diamante de porter

Diamante de Porter, componentes usos y beneficios

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En 1990, el teórico estadounidense Michael Porter ya era conocido por sus aportes a la gestión empresarial. Su teoría de la ‘Cadena de valor’ era estudiada en las escuelas de negocios más importantes del mundo y aplicada en muchos sectores de la economía, en los cuales ya anticipaba el éxito que luego alcanzaría. Sin embargo, sus inquietudes sobre la competitividad le llevaron a plantear un nuevo modelo de análisis conocido como el Diamante de Porter.

Teoría que acabó teniendo una importancia trascendental en el ámbito de la dirección de empresas y que, hoy por hoy, sigue de plena actualidad.

¿Qué es el diamante de Porter?

El diamante de Porter es un esquema gráfico en el cual se relacionan los indicadores a nivel micro que influyen decisivamente para que un país, una región, una comunidad o, incluso, una empresa, sean realmente competitivos.

Porter pensó inicialmente que sería una contribución para los países, pero con el paso del tiempo se dio cuenta de que los beneficios de su esquema se daban sobre todo en el plano empresarial y en ciertas regiones o comunidades.

¿Cuál es el principal aporte del Diamante de Porter?

Sugiere que existen razones concretas para que cada país, región, localidad, sector de la economía o empresa sean más competitivos que otros. Es decir, analiza los factores que generan ventajas competitivas que permiten que, por ejemplo, una marca se consolide como la primera de su campo.

No obstante, lo interesante del esquema no son los factores en sí mismos, que por otra parte son más bien conocidos y no sugieren ningún aporte; lo que realmente supuso una innovación fue la relación entre ellos.

Al igual que con el esquema de las ‘Cinco fuerzas de Porter’, su autor busca con esta propuesta que los países (y las empresas) sean capaces de identificar las causas de su alta competitividad. En el caso contrario, la idea es analizar las razones de por qué no tienen ventaja competitiva y buscar soluciones que se puedan aplicar al respecto.

Los cuatro (o seis) componentes del Diamante de Porter

El esquema tiene en realidad forma de rombo y establece cuatro elementos esenciales para el análisis de la fuerza competitiva de una empresa. Veamos en qué consisten:

1) Condiciones de los factores

Hace referencia al entorno en el que intervienen los factores productivos de las empresas. Es decir, a cosas como la dotación de recursos, la mano de obra, la infraestructura especializada o la base científica que sustenta la idea comercial. También a la eficacia, la capacidad de respuesta y las relaciones que establezca cada empresa con su medio. Porter asegura que los factores que garantizan un alto posicionamiento en el mercado son los creados por las propias compañías, contraviniendo la opinión de quienes consideran que son los factores que se han heredado. Para él, la innovación y la creación están directamente ligadas a la productividad y, por supuesto, a las ventajas competitivas.

Un ejemplo de ello lo vemos en la industria de las flores de Holanda. Un país que, pese a no tener el mejor suelo ni las mejores condiciones climáticas para el cultivo de este producto, es uno de los más prestigiosos en el mercado mundial. La explicación es que las condiciones de sus factores productivos son mejores que las de otros países con mayor capacidad de producción.

2) Condiciones de la demanda

Porter asegura que también la demanda tiene una influencia indirecta cuando se trata de generar ventajas competitivas. Si un grupo de compradores es exigente, está bien informado y mantiene una actitud crítica frente a lo que le ofrecen, las empresas de ese sector inexorablemente tendrán que hacer su mejor esfuerzo para satisfacer esa demanda. O mejor dicho, se verán obligadas a innovar en cada nueva oportunidad y buscarán nuevas alternativas de comercialización. De hecho, las empresas pueden ir un poco más allá y tratar de anticiparse a lo que sus clientes podrían necesitar en un corto o medio plazo.

3) Estrategia, estructura y rivalidad de las empresas

La presencia de competidores en el mismo espectro comercial es otro factor que promueve la aparición de ventajas competitivas. El solo hecho de saber que otra marca busca lo mismo que nosotros, genera un efecto estimulante que, a medio o largo plazo, nos ayuda a mejorar la calidad de nuestro producto, crear nuevas estrategias de mercado y emprender un proceso de mejora continua del cual se derivarán nuevas ventajas competitivas. Este estímulo también se genera a nivel interno cuando la estructura de la propia empresa genera competitividad como una forma de aumentar el rendimiento y la productividad.

4) Sectores afines y auxiliares

Este elemento es de carácter interno y se aprecia mejor en los países que en las empresas. Se refiere a la alta competitividad que existe entre ciertos sectores de la economía, algo que a posteriori eleva los estándares de la oferta y beneficia al país frente a otros que intentan competir con él en el mercado internacional. 

En el caso de las empresas, se puede entender como la competitividad que puede existir entre sus miembros por alcanzar ciertos márgenes de producción. En última instancia, es la empresa la que se beneficia de esta circunstancia.

Además de estos cuatro factores, que son los que conforman el diamante de Porter, el autor de este esquema definió otros dos elementos que, si bien no influyen de forma directa en la creación de una ventaja competitiva, sí que tienen un rol que merece ser valorado y analizado. Esos factores adicionales son:

5) El Gobierno (la dirección)

El modelo de gestión de los recursos importa cuando se trata de generar una ventaja competitiva. En el caso de los países, este papel lo asume el Gobierno; en el de las empresas, la dirección, que es la que puede decidir hasta qué punto apoya elementos como la innovación o la investigación.

6) El azar

Al hablar de competitividad, Porter también atribuye importancia al azar. En concreto, habla de los eventos imprevistos capaces de generar discontinuidades y que pueden, por ejemplo, anular ventajas competitivas de nuestros rivales en un mercado y relanzar las nuestras, o viceversa. Aunque es un factor que no está reflejado en el diamante, genera efectos súbitos y asimétricos.

Un ejemplo del Diamante de Porter

Este esquema se repite con bastante frecuencia en el ámbito tecnológico. Veamos cómo:

  • Condiciones de los factores de producción: muchas empresas tienen su sede en Silicon Valley, lugar en el que pueden encontrar profesionales muy cualificados.

  • Condiciones de la demanda: los consumidores son cada vez mas exigentes y demandan cambios rápidos y novedades en el ámbito de la tecnología, lo que lleva a la creación constante de nuevos productos.

  • Estrategia, estructura y rivalidad: el ambiente entre las empresas tecnológicas es de máxima rivalidad y todas quieren ser las primeras en lanzar una novedad al mercado.

  • Sectores afines y auxiliares: junto a las empresas matriz se agrupan otras empresas auxiliares que las proveen de materias primas y servicios accesorios.

La importante contribución de Porter a la dirección de empresas

Para muchos, la contribución que hizo Porter con su modelo de las cinco fuerzas competitivas (recogidas en su libro Competitive Strategy, de 1980) al mundo de la dirección de empresas, es una de las más importantes de la historia. De hecho, dio lugar a la escuela del posicionamiento estratégico, que sigue este enfoque: 

  • La estrategia de las empresas debe ser debidamente planificada y basarse en un conocimiento minucioso del entorno.

  • Dicha estrategia es formulada por la alta dirección.

  • Todas las estrategias posibles se agrupan dentro del conjunto de estrategias competitivas genéricas, y luego se clasifican en estrategias de diferenciación, de liderazgo en costes y de nicho.

A través de la teoría de Porter, la empresa conoce mejor su entorno y puede elegir la estrategia genérica más adecuada para su caso concreto.

Aunque la teoría del diamante de Porter sigue dando buenos resultados hoy en día, con el paso del tiempo se ha revelado que realmente no tiene en cuenta el hecho de que la naturaleza de la actividad de la empresa también puede influir en la formulación de la estrategia.