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Cinco elementos básicos para el diseño de proyectos

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La fase de diseño de proyectos es igual o más importante que el resto de etapas del mismo. Sin embargo, existe la tendencia a creer lo contrario, es decir, que su mayor valor radica en momentos como la ejecución, la supervisión y la implementación de las soluciones que surjan durante la ruta elegida.

En realidad es al revés: en el momento del diseño nos jugamos gran parte del éxito de un proyecto, pues en ella sentamos las bases de lo que será el mismo en aspectos como la ejecución y la monitorización de tareas, pero también en otras relevantes como la financiación, la distribución de los recursos, la estimación de costes, etc.

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Aspectos que no pueden faltar en el diseño de proyectos

Hoy vamos a ocuparnos específicamente de la fase de diseño de proyectos y de cuál debe ser el proceso idóneo de la misma. Recuerda que todo lo que hagamos en este momento incidirá directamente en otras dos fases: la planificación de acciones y la definición de la metodología a seguir.

Además, vamos a introducir un nuevo elemento: la creatividad, algo que sin ninguna duda aporta un valor añadido a cualquier proyecto si se plantea desde el inicio. Veamos los 5 aspectos que no pueden faltar en esta fase de diseño:

  • Panorama general:

La idea es realizar una descripción general del proyecto y mencionar algunas de las generalidades que se desarrollarán a lo largo del mismo. Si bien este punto es una especie de abrebocas, debe ser lo suficientemente puntual, conciso y breve como para atraer la atención de quienes lo consulten

  • Concepto:

El concepto corresponde a la idea que incuba el proyecto en sí mismo. O lo que es lo mismo, hacia dónde apuntamos con su realización y qué esperamos de él.

  • Objetivos (generales y específicos):

Los objetivos son las metas que perseguimos con el proyecto. Si el concepto es una especie de tronco central, los objetivos son las distintas ramas que se desprenden del mismo. No obstante, no todas son iguales: hay ramas más frondosas, fructíferas e importantes que otras. Esta distinción resulta fundamental, pues en momentos posteriores del proyecto nos ayudará, por ejemplo, a priorizar las distintas tareas en primarias, secundarias e incluso terciarias. Entre los objetivos que se tengan debe quedar claro a qué público o destinatarios nos dirigimos.

  • Identidad:

Tiene que ver sobre todo con lo visual, por ejemplo la elaboración de un logotipo que haga visible el proyecto en determinados contextos. Los proyectos con una identidad definida son más fáciles de posicionar que aquellos que no la tienen. La idea es sumar unos pocos elementos para dar forma a esa idea inicial.

  • Aportes y contribuciones:

Por último, la fase de diseño de proyectos también nos exige que tengamos claros cuáles serán los beneficios y las contribuciones del mismo. Aquí debemos tener en cuenta, otra vez, a quiénes va dirigido. Aparte, esos aportes serán los que, a largo plazo, garanticen o no la continuidad y permanencia del proyecto.

Como te puedes dar cuenta, la fase de diseño de proyectos es más compleja de lo que en principio parece. De hecho, en ella casi siempre se siembra el éxito o el fracaso de mismo y sus posibilidades reales de contribución.

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