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Cómo está repensando la industria sus prácticas, para recibir al consumidor en la nueva normalidad

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Inevitable hablar en estos tiempos de modelos de negocio, marketing o comunicación sin ponerlo en contexto: “El año del COVID-19.


En mi post anterior puse foco en los cambios de comportamiento que ya empiezan a observarse en los consumidores, ya sea por nuevos hábitos que están incorporando y a los que no van a renunciar, ya sea porque el miedo durará bastante tiempo y se prevé que estaremos frente a lo que ya se está llamando la Low-Touch-Economy (una economía que garantice el menor contacto posible con otras personas).


Y varios sectores de la industria vinculados al consumo masivo están observando esta tendencia muy de cerca porque esperan que, cuando se vuelva a la nueva normalidad, van a tener que ofrecer propuestas innovadoras para que la gente confíe  y compre.


Uno de los casos que está repensando su modelo de negocio es el de la indumentaria, el diseño y la moda, por algunas tendencias que se vienen relevando y analizando en función de las expectativas de los consumidores.



  1. Garantizar al consumidor que se han tomado todas las medidas de higiene,  para que no exista posibilidad alguna de contagio. Esto afecta no sólo a las condiciones de limpieza de los locales. Afecta también al tipo de “materiales” utilizados para las prendas. La gente querrá saber – antes de comprar – si el tipo de tela/tejido que le gusta,  es más o menos propenso a albergar un virus. Se requerirá por parte de los fabricantes mayor información sobre esta variable.


 



  1. La moda. Durante un tiempo para asistir por ejemplo a eventos o lugares donde haya alta concentración de personas, seguirá rigiendo el uno de barbijos (tapabocas). Por tanto empezarán a aparecer estos “accesorios” con diseño, diferentes etilos, materiales y colores, para poder mantener un estilo elegante o cuidado al tener que incorporar este nuevo elemento a nuestro vestuario, como quien incorpora un pañuelo, una corbata o un sombrero.


 



  1. Se espera un auge de estilos más neutros por el uso de recursos y materiales ecológicos que tendrán como resultado nuevas estéticas.


 



  1. Se impondrá lo que en EEUU es  ya una práctica incorporada: el uso del estilo “athleiruse”, palabra que une “lo atlético o deportivo con el ocio”.


Es un estilo “casual” que hoy ha sido adoptado por la mayor parte de las personas que están haciendo Home Office. Son prendas cómodas pero que cumplen con los códigos de vestimenta para poder asistir a una reunión de trabajo (remota o presencial). Una categoría que el año pasado ha tenido un fuerte incremento en las ventas globales a la que están apostando marcas como Adidas o Louis Vuitton.


 



  1. Seguridad en todo el proceso de manipulación. Las marcas tendrán que trabajar fuerte en comunicar y mostrar los espacios donde los productos se almacenan, se preparan y se transportan. Será clave que el consumidor pueda estar seguro de que el producto que recibirá en su domicilio o elija pasar a retirar en un local (porque no querrá permanecer mucho tiempo en estos lugares) ha sido tratado con máximo cuidado para evitar meter el virus en sus hogares.


 



  1. Por último el “doble packaging”. La gente mantendrá el hábito de “desinfectar” lo que le llega  o trae de la calle y para no afectar el producto (porque hay muchos packaging que destiñen y manchan) espera que su producto con su packaging original haya sido tratado casi con métodos de esterilización, y venga dentro de un segundo envoltorio que es el que desinfectaría con la tranquilidad de que hay una segunda protección del producto para que éste no se manche.


 


Si bien he puesto el énfasis en el mundo de la indumentaria para dar cuenta de cómo se está trabajando ya desde una industria para reactivar el consumo en el momento que llegue la nueva normalidad, estos mismos cuidados serán demandados por los consumidores para casi todo tipo de producto físico, sea del rubro que sea.


En cuanto al sector de los servicios, como gastronomía, peluquerías, gimnasios, viajes,hotelería, etc., también deberán tener en cuenta en qué se va a fijar el nuevo consumidor a la hora de elegir dónde disfrutar de estos servicios (nivel de higiene, esterilización de cubiertos, utensilios, materiales textiles de la mantelería, la tapicería, o las sábanas del hotel).


Por último, los negocios y organizaciones que atienden o reciben público, tendrán que entrenar a su personal para adoptar hábitos nuevos que den tranquilidad a la gente: uso de alcohol en gel a la vista, uso de tapabocas, evitar todo lo posible el contacto directo con el cliente, dado que el “fantasma del contagio” quedará grabado en nuestras mentes por muchos años.