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Covid-19: el fracaso de los datos y la tecnología

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Estamos en plena segunda ola de la incidencia del Covid. Todo apunta a que habrá una tercera en algún momento del año próximo. Mientras tanto, parece que entramos en la recta final en la carrera por encontrar una vacuna (o varias) con tres candidatos bien posicionados. Luego habrá que producirla a gran escala (lo cual no es fácil), y por último distribuirla a toda la población mundial (tampoco será sencillo). Por lo que queda Covid para unos cuántos meses. Este evento requerirá distancia en el tiempo para analizarlo con detenimiento, y entender en qué hemos fallado como sociedad. Porque no cabe duda que algo hemos hecho mal, sobre todo en Europa donde la incidencia es mayor por méritos propios. En los EE. UU. han resuelto el falso dilema salud - economía apostando por la segunda. Es el precio a pagar para seguir siendo la potencia económica del planeta. Les está saliendo muy caro, pero encaja con su modelo de sociedad capitalista e individualista. Veremos cómo cambia con el recién elegido nuevo Presidente, me temo que habrá nuevas formas, pero el mismo fondo. Y luego está Asia, el foco de la pandemia el pasado otoño, pero la primera región en recuperar la normalidad salvo brotes esporádicos que son cortados en seco.

Uno de los principales motivos de esta incidencia tan dispar del virus es el modelo de sociedad: las sociedades asiáticas son más disciplinadas: bien por cultura, bien por obligación bajo un gobierno autoritario. Sea como fuere, parece haberles funcionado mejor que al resto del planeta. Muchas reflexiones se han de hacer ante esta evidencia y sobre nuestra responsabilidad social como ciudadanos. No todo es culpa del gobierno de turno. Somos expertos en reclamar nuestros derechos y hacer dejación de nuestras obligaciones. Esta pandemia lo ha puesto de relieve con toda crudeza.

Pero, en mi opinión, la gran decepción de este evento tan excepcional ha sido la tecnología y los datos. Años hablando de transformación digital; años invirtiendo en tecnologías para la captura, tratamiento y análisis de datos, millones de productos y servicios digitales en forma de apps, para todo lo imaginable, pero la tecnología digital ha sucumbido lamentablemente ante un reto global y letal como está siendo el Covid-19. En España incluso hubo un tiempo que se hablaba de una app de rastreo de contagios ¿Alguien se la ha descargado? Tenemos muchos datos que explican el pasado, muchos modelos de propagación (cada uno diferente) que pronostican diferentes escenarios de futuros, miles de webs con hermosas visualizaciones en tiempo real que no explican nada relevante. Al principio tenía su qué contar contagios y muertos, ahora mismo es cansino y no deja de ser la constatación de nuestra incapacidad de atajar el virus. Siempre hemos ido muchos pasos por detrás, en su detección, en la evaluación de su impacto, en las medidas para frenar la propagación, y la tecnología no ha ayudado cuando la hemos vendido como la panacea de la sociedad del conocimiento que iba a suponer un salto cualitativo en la evolución de la humanidad. Pero parecen más fuegos artificiales que otra cosa: el virus está ganando por goleada.

Todo lo anterior confirma un pensamiento que me aborda desde hace años: el talento no se está ocupando de los problemas reales (muy complejos y por tanto retadores), y sí de ganar dinero con la siguiente app de mensajería, red social, plataforma de servicios. Todo un despilfarro para nuestra sociedad.