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Cualidades básicas para desempeñarte como jefe de proyectos

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Con frecuencia se piensa que el jefe de proyectos es un mero animador o motivador de su equipo de colaboradores. En algunos círculos se le percibe como una figura de corte ornamental y sin ninguna incidencia real en los procesos.  Este tópico fue alimentado durante décadas por algunos tipos de liderazgo, en especial los de naturaleza burocrática o funcionalista, los cuales se aislaban del plano práctico e, incluso, muchos de ellos perdían todo contacto con las actividades que dirigían. Si más tarde regresaban a ellas, era sólo para verificar los resultados. Por fortuna, esto ha cambiado en los últimos años. El jefe de proyectos ha desplegado estilos de liderazgo más cercanos e influyentes, de tal modo que en la actualidad son pocos los que insisten en quedarse al margen. En el contexto actual, marcado por las exigencias de un mercado más competitivo, los proyectos no pueden entenderse sin la intervención directa de sus gestores. Son éstos los que, en gran medida, le imprimen su identidad y ritmo, y quienes en último término determinan el rumbo de los mismos con la toma de decisiones.

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El jefe de proyectos y sus habilidades de gestión

Las principales preocupaciones de los jefes de proyectos son el manejo del personal que les acompaña y la gestión de los recursos. Son dos elementos constantes en el día a día de su labor para los que deben estar a la altura. Sin embargo, no siempre es así. Algunas veces ocurre que los jefes de proyectos no están lo suficientemente preparados para encarar las acciones que les delegan; pero otras, simplemente, es porque no encajan tanto en la dinámica del proceso en sí mismo como en el contexto en el que se ejecuta. ¿Cuáles son, entonces, las habilidades básicas de un buen gestor de proyectos? ¿Qué elementos no pueden faltar si se aspira a una buena gestión?

a) Organización:

Lo primero es la organización. Es casi imposible pensar en un jefe de proyectos que no lleve una agenda con sus compromisos, tareas, decisiones e ideas que se le vayan ocurriendo. Los líderes dispersos no triunfan; por más talentosos que  sean, no saben cómo emplear ese talento. Organizar es, en este sentido, dar una dirección determinada a las decisiones y las ideas.

b) Comunicación eficaz:

Eficacia, coherencia y sentido de la oportunidad. Se trata de los tres principios que no pueden faltar en los mensajes que emita un jefe de proyecto, ya sea a su grupo de colaboradores o a terceras personas que guarden alguna vinculación con el proyecto. Nada de ambigüedad ni opacidad.

c) Trabajo en equipo:

La persona que aspira a dirigir un proyecto debe tener claro que a su alrededor interactúan personas a las que es necesario motivar, dirigir, supervisar, orientar y capacitar. Es fundamental escuchar al equipo y animar a diálogos cuando sea necesario. La confianza y el compromiso son los elementos que mantienen la unidad de todo grupo de trabajo.

d) Liderazgo:

Además, el líder debe partir de la idea de que se convertirá en una referencia para las personas que colaboran en el proyecto. Por tanto, debe dar ejemplo y no faltar en aquello que precisamente intenta inculcar en sus grupos de trabajo. Cuando falte decisión, debe ser él quien tire del carro y posicionarse como el impulsor de los cambios que sean necesarios.

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