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Decisiones estratégicas en la empresa: cómo tomarlas

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Las decisiones estratégicas son las que, tras haber sido lo suficientemente meditadas y estudiadas, permiten que la empresa se aproxime a sus objetivos. Son, por tanto, decisiones a largo plazo, en contraposición con las decisiones tácticas, que afectan más al corto plazo.

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En este post hablaremos acerca del proceso de toma de decisiones y de cómo este influye a las decisiones estratégicas de la empresa.

Decisiones estratégicas y el funcionamiento del cerebro humano

En primer lugar, si queremos tomar buenas decisiones estratégicas en nuestra empresa, es necesario que conozcamos cómo el funcionamiento de nuestro cerebro influye en ellas.

En el proceso de toma de decisiones entran en juego tanto las estructuras emocionales como las corticales. Ejemplos de estas últimas pueden ser la memoria o la capacidad de planificación. Esto implica que, cuando tomamos una decisión a corto plazo, las emociones serán muy determinantes, ya que el estado emocional que experimentemos en ese momento influirá en la decisión final. Esto ocurre porque en el corto plazo no tenemos el tiempo suficiente para relajar nuestras emociones y valorar la situación desde otra perspectiva.

Sin embargo, como comentábamos arriba, el proceso de toma de decisiones estratégicas funciona en el largo plazo. Esto quiere decir que podremos pensar en qué hacer, esperar un tiempo hasta encontrarnos en un estado emocional diferente y, en ese momento, preguntarnos en si nos sigue pareciendo buena idea lo que habíamos decidido o si consideramos mejor cambiar el plan.

Una vez vista la parte emocional, es también importante conocer el funcionamiento de la parte cortical en lo relativo a decisiones estratégicas. Cuando tomamos una decisión, lo hacemos en función de nuestras experiencias pasadas, que están almacenadas en nuestra memoria episódica. Sin embargo, es muy probable que no nos vengan a la cabeza todas las experiencias relevantes en ese momento. Es lo mismo que ocurre cuando nos encontramos en medio de una discusión y no se nos ocurren argumentos, hasta que llegamos a casa y nos vienen a la cabeza, pero ya es demasiado tarde para usarlos.

Por ese motivo, la toma de decisiones estratégicas puede beneficiarse del largo plazo en el sentido de que podemos elegir en función de lo que nuestra memoria recuerde en el momento, pero si al día siguiente o al cabo de una semana nos viene a la mente otra experiencia pasada determinante para la decisión tomada, podremos aún modificarla.

En resumen: la estrategia requiere de un tiempo de reflexión y de enfoques desde varias perspectivas, algo que solo nos puede proporcionar el largo plazo.

Consejos para tomar decisiones estratégicas acertadas

Tras haber visto todo lo anterior, recomendamos seguir estos consejos durante la toma de decisiones estratégicas:

  • Si vas a tomar una decisión estratégica, no tengas prisa. Piénsalo y analízalo todo con calma. Si decides enseguida y aplicas al instante lo decidido, las probabilidades de que te equivoques son muy elevadas.
  • Trata de pensar en la decisión que has tomado estando bajo distintos estados emocionales: alegre, enfadado, indiferente, motivado… Si la decisión te parece adecuada tanto ante las emociones dolorosas como ante las placenteras, será señal de que has elegido correctamente.
  • Para obtener más puntos de vista, solicita la opinión de terceras personas antes de tomar tu decisión final. A veces, por más vueltas que le damos, no nos damos cuenta de determinados aspectos que otras personas captan a la primera. En este sentido, es muy importante el trabajo en equipo.

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