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Due diligence ejemplo: 4 enfoques de una investigación que reduce riesgos

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Due diligence es un término ampliamente utilizado en el mundo de los negocios que se refiere a la debida diligencia con la que el responsable de una organización ha de actuar ante diversas circunstancias a la hora de tomar decisiones que comprometan su futuro. Uno de los contextos donde de forma más frecuente se emplea la expresión due diligence, ejemplo habitual, es al hablar de transacciones financieras.

Absorciones, alianzas, compras o fusiones implican incertidumbre y es ahí donde radica un nivel de riesgo que hay que tratar de minimizar mediante la investigación due diligence. Ejemplo de las acciones a emprender es cualquiera que implique estudiar todos los datos que puedan recogerse sobre esa otra compañía antes de dar el siguiente paso. En definitiva, lo que supondría actuar de forma diligente y responsable.

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Due diligence ejemplo de investigación

Existen formas diferentes de plantear un análisis due diligence. Ejemplo de ello es estudiar la perspectiva financiera o tratar de contextualizar las circunstancias de la compañía con la que se pretende realizar algún tipo de transacción y su competencia.

No obstante, para que la diligencia sea máxima hay que ser exhaustivo y no olvidar ninguno de los aspectos que configuran la realidad de una empresa. Así, para proceder con el due diligence se podrían llevar a cabo las siguientes acciones:

  1. Análisis de la información financiera. A este respecto sería necesario conocer, al menos:
  2. Información financiera anual y trimestral de los últimos tres ejercicios: desglose de ventas y beneficios brutos, cartera de clientes, estados de resultados, balances y flujos de efectivo, resultados previstos versus resultados reales, informes financieros y cuentas por cobrar./span>
  3. Proyecciones financieras. Los ingresos esperados para los próximos ejercicios y sus supuestos económicos, factores de crecimiento, perspectivas, riesgos y políticas de precios de la industria y de la empresa
  4. Estructura de capital. Desde los pasivos fuera de balance al capital circulante; de los accionistas con participaciones u opciones a la lista de opciones, warrants y derechos, sin olvidar el resumen de todos los instrumentos de deuda.
  5. Análisis de los productos. Una buena práctica due diligence, por ejemplo, sería el atender a la descripción de cada producto, su cuota de mercado, estructura de costes, rentabilidad, tiempo de lanzamiento y tasas de crecimiento históricas y proyectadas; sin olvidarse de estudiar también a los principales clientes.
  6. Cotejo de la base de datos de clientes. Para poder conocer quiénes han sido los clientes de la empresa en los últimos años y cuáles han sido los ingresos por cada uno de ellos, así como cuáles de esas relaciones tienen un carácter más estratégico.
  7. Estudio de la base de datos de proveedores. Que permitirá descubrir cuáles de ellos están mejor valorados por su puntualidad y calidad de sus entregas o cómo ha sido la evolución de las negociaciones con cada uno de estos proveedores.
  8. Análisis de la competencia. Este estudio debe permitir entender la posición que la empresa ocupa en el mercado y si la competición se organiza en torno al servicio, el precio, la tecnología, etc.

Por último, al practicar un análisis due diligence, el ejemplo más claro de éxito es completar todo el estudio con la valoración de los asuntos legales en que la empresa se ha visto envuelta o que podrían salpicarla en el futuro; el organigrama interno y su estructura de comercialización, ventas y distribución.

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