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El lado oscuro de Steve Jobs

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El mayor miedo ante la pérdida de un icono es la aparición de un mártir. Eso, en cierto modo, es lo que sucedió con la muerte de Steve Jobs. Aparecieron libros, biografías, y otras tantas referencias alabando sus logros. Pero, como todo ser humano, Steve Jobs también tenía su lado oscuro.

Esto es lo que describe y narra la obra dirigida por David Serrano, Agonía y éxtasis de Steve Jobs, recientemente estrenada en el Teatro Quintero de Sevilla. En opinión del director, Steve Jobs fue un hombre fascinante, muy brillante y que logró revolucionar cinco industrias al mismo tiempo, ordenadores personales (Mac), películas de animación (Pixar), telefonía móvil (iPhone), música (iPod) y tabletas (iPad). Todos los días nos cruzamos con cientos de personas que son usuarios de los productos salidos de la imaginación del gran Jobs. Ahora bien, no todo es de color de rosa. Todos estos productos se están fabricando en China, con lo que esto implica en términos de las condiciones laborales, muy próximas a lo que nosotros entenderíamos por esclavitud y que, sin embargo, no están disponibles para su consumo en ese país. El actor protagonista de la obra, Daniel Muriel, comenta que “aquí se habla de Apple y de tecnología, pero para reflexionar sobre nuestra sociedad y el consumo desmedido”, así como para “hablar de lo equivocados que estamos al pensar que esos aparatos pueden cambiar nuestras vidas o hacerlas más felices”. El lado oscuro de Steve Jobs Y eso no es otra cosa que los contrastes a los que nos lleva la sociedad actual y nuestra forma de pensar y ver el mundo, una forma particular de hipocresía reflejado en una parte de la obra en donde se cuenta que, para una de las presentaciones de los productos en una de las tiendas de Apple en New York, Steve Jobs hizo traer una piedra de Florencia cuando, al mismo tiempo, su empresa usaba mano de obra infantil para la producción de esos productos tan admirados por los consumidores y los fieles a la marca, de entre los que una gran mayoría se declaran contrarios a este tipo de prácticas abusivas. ¿Seremos algún día capaces de comprar con la razón y no dejarnos llevar por las modas, las marcas o el status que nos dan ciertos productos?