Genoveva Purita, líder actual

El líder actual necesita ser un buen coach

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En el artículo Menos jefe, más líder compartí la investigación que llevó adelante Google para identificar cómo mejorar las competencias de sus empleados en niveles gerenciales. Allí conté que la empresa realizó una gran inversión primero en el estudio y luego en la capacitación continua, coaching, revisión, evaluación y análisis de desempeño, con todo lo cual logró “una mejora estadísticamente significativa de la calidad del liderazgo para el 75% de nuestros  gerentes con peor desempeño”, según informó Laszlo Bock. 

Lo fundamental que entendió la empresa fue que había que subsanar el error histórico, de ubicar en puestos gerenciales a personas que solo destacaran por sus competencias técnicas, sin atender ni desarrollar su capacidad de liderazgo

¿Cuáles son esas capacidades que debe tener un buen gerente para no ser un simple jefe sino un verdadero líder? 

En el artículo mencionado compartí las ocho características que Google identificó, organizó en orden de relevancia y compartió, y me comprometí a desarrollar una a una en siguientes artículos. Es por eso que esta vez les vengo a hablar de la competencia más importante que debe poseer un buen líder, aquella que se encuentra en la cima del podio de las características fundamentales a desarrollar: un líder debe ser un buen coach. 

¿Qué significa ser un buen coach? 

Si bien acordamos que la capacidad técnica no es suficiente para liderar equipos, es también cierto que no es algo de lo que pueda prescindirse: el expertise y la formación constante es parte de la coherencia que debe poseer un líder y una de las cualidades sin las cuales no puede desarrollarse la confianza en el plano laboral. Un líder coach debe contar con la confianza de los miembros de los equipos que conduce y para eso hay varias cosas que debe tener en cuenta.  

Cualidades para ser un buen coach

Y una de ellas es la paciencia. Un líder coach debe tener extremada paciencia para poder darle a cada cosa el tiempo que requiera, no apurarse, apostar a los objetivos de mediano plazo por sobre los inmediatos pero también para que cada miembro de su equipo tenga la oportunidad de aportar desde el lugar y de la manera que le resulte más apropiada.  

Debe tener tiempo e interés para conocer a cada miembro de su equipo. Conocerlo en profundidad, conocerlo como persona, conocer sus características, sus cualidades, sus dificultades, sus deseos, sus miedos; conocerlo como profesional, conocerlo, en fin, de manera integral. Un líder coach debe poder acompañar a cada miembro de su equipo en su desarrollo tanto profesional como personal.  

Un error típico del pasado era creer que a un jefe solo debía importarle el empleado en tanto profesional, en tanto trabajador de la empresa. ¿Dónde quedaba la persona en ese paradigma? ¿Es natural forzar ese tipo de división entre los intereses, deseos y objetivos de un ser humano? No, no lo es y es por eso que lo que se obtenía en el pasado, era una visión parcial, sesgada, limitada y, por ende, limitante de las personas que integraban los equipos de trabajo. Y lo mismo pasaba con su compromiso. 

En la actualidad, por el contrario, un líder coach conoce en profundidad a cada persona con la que trabaja, debe interesarse por ella y debe emplear una cualidad fundamental: la escucha.  

Cuando hablamos de escucha nos referimos a una escucha activa, completa, total. Hablamos de mirar a los ojos a la persona que nos habla, escucharla con los oídos pero también con el resto del cuerpo. Debemos suspender toda otra actividad que podamos estar haciendo para poder escuchar realmente a quien nos habla, para prestarle cabal atención y también para que la persona se sienta realmente escuchada. Este es además uno de los pilares de la confianza: la propia, la depositada en el otro y la que recibimos de él.  

Generar conversaciones significativas con los equipos es clave, tanto como formular preguntas abiertas. Llamamos preguntas abiertas a esas que comprometen la reflexión, el pensamiento, la percepción de la otra persona y no a aquellas que se responden con un sí, un no o un no sé. Un líder coach formula preguntas abiertas, poderosas, y escucha activamente, no induce a la respuesta, no busca cómo refutar, escucha. Y aún más: escucha y parafrasea, se toma el tiempo de resumir, de condensar lo dicho, lo que ha escuchado, para asegurarse de que ha comprendido y para que la otra persona pueda no solo ratificar o corregir en caso de que así lo considere, sino para tener la certeza de que ha sido escuchado, de que su palabra vale, que su pensamiento, su aporte, es importante y tenido en cuenta.  

Es menester dejar atrás al ego e ir mucho más allá de él.  

Es imprescindible que el líder coach deje abierta siempre la puerta a la posibilidad de equivocarse y tenga la habilidad de convertir las crisis en oportunidades de crecimiento para su equipo. Nadie trabaja cómodo y libre si convive con el temor a la represalia. 

La empatía y el humor, son siempre nuestros aliados. Tengamos en cuenta que la empatía no es ponerse en los zapatos del otro ―cosa que casi siempre se torna imposible―, sino que implica darle entidad a lo que al otro le afecta lo compartamos o no, nos afecte de igual modo o no, podamos resolverlo o no. No menospreciarlo, no minimizarlo, no ignorarlo, validar su preocupación, su deseo, su punto de vista es ser empático y a eso sí podemos ― y debemos― apuntar.  

Un líder coach es capaz de delegar de modo de desentenderse del trabajo operativo diario para poder concentrarse en el plano estratégico, sin sobrecargas extras y pudiendo dedicarse a comunicar con precisión, a ayudar a sus colaboradores a explotar su potencial, a llevarlo al máximo de sus posibilidades. 

Y reconoce. Un líder coach tiene siempre presente la instancia de reconocimiento, tanto de la persona como de la tarea realizada, del logro alcanzado. Nunca demos por sentado que el otro sabe que lo apreciamos y valoramos su trabajo: seamos explícitos. 

Como resulta evidente, este es un proceso de carácter cíclico y circular, de retroalimentación continua: la confianza, la escucha, el crecimiento, el aprendizaje, la seguridad, el apoyo mutuo, son condiciones necesarias para el crecimiento de un equipo pero también su consecuencia y la condición de posibilidad para que siga creciendo. 

Si bien coincidimos con Google en que un líder actual debe ser un buen coach, con todo lo que implica, no es la única competencia que debe reunir y a esas nos dedicaremos en próximos artículos.