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El valor empresarial es poliédrico

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El valor empresarial se nota en muchos detalles. Las políticas de empleo de una compañía, el enfoque de sus alianzas con proveedores, el establecimiento de prioridades en sus proyectos o la transparencia con la que actúa de cara a la sociedad permiten conocer mejor en qué consiste su propuesta, qué puede esperarse de sus acciones presentes y de sus planes futuros. Precisamente por ello, el valor empresarial adquiere varias dimensiones diferentes y no hay que olvidar que todas cuentan.

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Las 4+1 perspectivas del valor empresarial

Medir el éxito de un negocio o de un proyecto ya no consiste solamente en comparar sus gastos con sus beneficios o las expectativas generadas con la realidad. Hoy día, y sobre todo en entornos ágiles, es una cuestión de valor.

Pero, a la hora de conocer el valor empresarial, el problema que puede surgir es determinar qué se puede considerar como valor realmente es y cómo medirlo.

La interpretación del valor empresarial, en ocasiones, depende de las circunstancias, de la persona que lo analiza o de su relación con la organización, así, puede hablarse de:

  • El valor que se deduce de la promesa de marketing: es el que se difunde para llamar la atención sobre la firma o alguno de sus productos o servicios. Muchas veces, está relacionado con la idea de innovación y busca marcar la diferencia con los competidores.
  • El valor que tiene el producto o servicio: en este caso, la interpretación la hace el consumidor final quien, como cliente del negocio, lo adquiere o contrata dispuesto a disfrutar de ese valor que repercutirá en una experiencia positiva.
  • El valor empresarial desde el punto de vista del inversor: al hablar de valor desde esta perspectiva se pone el énfasis en la capacidad del negocio para optimizar su rendimiento. Las relaciones entre componentes y segmentos de la organización, y las alianzas que existen con proveedores y socios de la cadena de suministro, el valor económico esperado calculado en base a la mejora en la relación general entre costes e ingresos general y el valor estratégico traducido en términos de ventaja competitiva.
  • El valor de las operaciones: se trata del análisis más objetivo del valor empresarial, puesto que puede concluirse como resultado de un cálculo. Está relacionado con el valor económico y puede averiguarse al estudiar la calidad y productividad de los procesos. Los indicadores clave de rendimiento hacen el resto, al permitir determinar el valor comercial de la oferta. En este análisis se debe tener en cuenta la capacidad de la organización para llevar a cabo una gestión de riesgos eficiente.

Además de estas interpretaciones del valor empresarial hay que señalar la que se debería considerar más importante, que es el que se desprende de los principios, la visión y la misión de la compañía. Ofrecer diseño a precios asequibles, enseñar a los niños una nueva forma de jugar o evitar el desperdicio de agua son algunos de los propósitos que motivan a algunos empresarios y sus equipos a trabajar por transformar la sociedad y hacer del mundo un lugar mejor.

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