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Empieza el cambio: deja de resistirte

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Pues eso. Ya estamos aquí, frescos de vacaciones. Dispuestos a cambiar. O no. Puedes ser que notemos esa resistencia natural al cambio. ¿Debe preocuparte? En absoluto. Debe reconfortarte saber que es humano. ¡Pero debes vencerla! Pongámonos manos a la obra.


Busca un cronómetro o, mejor, utiliza uno de esos relojes que sirven para controlar el tiempo en la cocina. Deja que pase un minuto. Sí, un minuto, sesenta segundos. Es el tiempo que te doy para que pienses en algo que esperas cambiar en los próximos seis meses. No hace falta que seas muy profundo, o sí, pero estoy seguro de que encontrarás alguna cosa que ya hace tiempo que da vueltas en tu cabeza y que crees que debe dar, de una forma u otra, un vuelco, un giro de ciento ochenta grados. Es el momento de tomar un papel y un bolígrafo, sentarte, respirar y ponerte a escribir tranquilamente. Si queda en ese papel para siempre no es fácil que lo olvides y podrás consultarlo cada vez que dudes sobre tu plan.


Tic, tac, tic, tac… ¿No encuentras nada?, ¿de verdad? Siempre hay algo que incita al cambio: algo que puedes mejorar, que no te gusta o que piensas que debe ser distinto.


Cambiar es natural. El cambio no es un artificio ni una moda. Como especie biológica el ser humano está regido por una regla superior a sí mismo y que es universal: la teoría de la evolución, que hace del cambio un elemento imprescindible para la supervivencia de las especies. Aquel viaje de Darwin con la expedición del Beagle por América del Sur y el Pacífico en el año 1831, que culminó en 1859 con la publicación de On the Origin of Species by Means of Natural Selection, sirvió para cambiar la forma de ver el mundo natural y cómo se enfrentan los seres vivos a las condiciones del medio, y nos dio herramientas aplicables en otros ámbitos.


Entre las conclusiones a las que llegó Darwin viene especialmente al caso que las especies que sobreviven no son las más grandes ni las más fuertes, ni siquiera las más inteligentes o las que cambian rápido; las especies que sobreviven son las que tienen adaptaciones a los cambios del medio. Así es como han ido evolucionando las especies y la especie humana no es ajena a ese proceso.


A las personas no les afectan los cambios de una manera tan definitiva como a las especies, pero te habrás dado cuenta de que la capacidad de adaptarse al medio sí puede marcar la vida. Es importante ver que pequeños cambios como los que propongo que te plantees pueden tener mucha fuerza y determinar la interacción con el entorno e, incluso, hasta marcar tu futuro. Así que si has dicho que no, quizá sea buena idea que vuelvas a pensarlo.  Te lo agradecerás.


Seguro que ahora ya has escrito alguna cosa. ¡Felicidades! Pero no te quedes ahí; intenta escribir más. Darle vueltas a las cosas, cambiar de idea, corregirse no es señal de debilidad o de no saber lo que se quiere. Al contrario: cuantas más cosas queramos cambiar más conscientes seremos de que debemos evolucionar, más lejos querremos llegar y nos demostraremos que estamos muy vivos.  Como hemos visto con Darwin, la variabilidad, el cambio, permite estar preparado y adaptarse al medio.  Así pues, ¡manos a la obra!