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¿En tu empresa la innovación es cosa de brujas?

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La formación en innovación debe darse a todos los empleados no solo a los de I+D. Esto hoy en día constituye una realidad minoritaria en muchas empresas que consideran que no es necesario invertir en la formación de sus empleados en metodologías y técnicas que permitan generar mejores innovaciones en la empresa gracias a la participación de todos los empleados.


Es curioso observar como muchos de los alumnos que realizan formación en temas de gestión empresarial donde se trata el tema de la innovación y su gestión exponen con una cierta tristeza que no han recibido nunca de su empresa una formación en innovación, y en muchos casos incluso que no existe una metodología interna propia de la empresa para desarrollar la innovación. Lo significativo es que la gestión de los proyectos de innovación en unas se realiza de forma poco estructurada y en otras basadas en métodos de gestión de proyectos poco adaptados a desarrollar innovaciones.


Pero lo más curioso es que existen multitud de metodologías para innovar que se han desarrollado a lo largo de los años y que hoy en día están disponibles en la red digital para todo aquel que quiera encontrarlas. Ahora bien cuando uno se encuentra con una página que expone 71 metodologías lo que le puede ocurrir es que ante tal magnitud no sepa cuál escoger. Una opción podría ser escoger una y empezar a trabajar con ella para con el tiempo ir desarrollando la propia que se adapte a la cultura de la empresa y provoque que ambas vayan evolucionando con el tiempo; porque la cultura de la empresa debe evolucionar cuando se quiere ser innovador.


Aunque en mi opinión lo más preocupante es el elevado número de empresas que no utilizan ninguna metodología para innovar cuando ya hace muchos años que se crearon algunas de las de la lista. Entre las que se citan y que considero que son útiles para empezar a innovar destaco dos que son el análisis del valor y la innovación sistemática en TRIZ.



  • El Análisis del Valor es una metodología ideada y desarrollada por Lawrence Miles durante los años 40 del siglo pasado que por su practicidad y efectividad se fue difundiendo a lo largo del mundo entre las grandes empresas y las Administraciones Públicas. Uno de los últimos desarrollos conceptuales que lo tienen como base conceptual es el “Value Innovation” del que uno de sus emblemas es el libro “Blue Ocean Strategy” de Kim y Mauborgne.


La idoneidad de esta metodología para desarrollar innovaciones ha sido reconocida por numerosas empresas e instituciones; y además también ha sido objeto de un desarrollo normativo como es el caso de España en las normas desarrolladas por AENOR.



  • La innovación sistemática basada en la metodología TRIZ fue creada también en la década de los 40 por Genrich Altshuller, aunque en este caso su difusión fue limitada a la órbita soviética hasta la caída del muro de Berlín cuando empezó una difusión global. Esta es una metodología que además de tener multitud de opciones para desarrollarse establece unos principios para innovar que pueden ser adoptados por las empresas como base para su sistema de innovación.


Como vemos ambas tienen más de 60 años y aún son desconocidas por muchas empresas y por los profesionales que forman parte de estas; pero además es que tampoco forman parte de los programas académicos tanto en enseñanza obligatoria como en enseñanza universitaria.


Es preocupante, cuando se habla de innovación en empresas o en organizaciones educativas y se pregunta a las personas que forman parte de estas si han sido formadas en innovación, que si sus respuestas son negativas además se observe en ellas una desmotivación hacia la innovación y un sentimiento de desapego hacia la organización. Lo sorprendente es que la inmensa mayoría quiere aportar valor a su trabajo que también revierte en su empresa y que una de las vías donde considera que puede participar es en la innovación. Pero a menudo parece que la innovación quiere dejarse en manos de una minoría tal como si fuera una tribu en la que el brujo es el guardián del conocimiento y la innovación.


Ahora bien la innovación no es una cosa de brujos o de sectas ocultas sino que debe ser considerada como un elemento cohesionador de la empresa e incorporarse como uno de los valores fundamentales de cualquier organización que quiera viajar en la economía del siglo XXI.


Escrito por Gian-Lluis Ribechini