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Encantado de conocerme

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Si recuerdas la anécdota de mis alumnos y la canción de Macy Gray, quiere decir que ya estás preparado para el momento váter, seguro que lo entiendes. Sí, me refiero al mismo lugar donde hacemos las necesidades, el que nos saca de los apuros más básicos y primarios, y visitamos algunas veces al día. Sí, momento váter.

Habrás oído alguna vez que los músicos famosos tienen exigencias muy raras en sus conciertos. Se dice que Bruce Springsteen exige que haya una bombona de oxígeno detrás del escenario, y que no falten Pepsi-Cola, ginger ale, 7-up, café, cerveza, agua mineral, zumo de manzana sin azúcar, té, limones y miel en el camerino. Y parece ser que los Rolling Stones, por su parte, quieren ocho litros de agua mineral y una botella de vodka de, exactamente, medio litro. Es muy probable que esas exigencias te parezcan absurdas e innecesarias. Puede que los artistas hagan muchas locuras y cosas sin sentido, pero otras tienen razón de ser y les sirven. En el caso de las exigencias en los camerinos es, nada más y nada menos, lo que necesitan para crear un entorno adecuado para relajarse, concentrarse y conseguir llegando al punto de serenidad o excitación (dependiendo del caso) necesario antes de salir al escenario. Y lo cierto es que lo que piden, como si tuvieran enfrente al genio de la lámpara de Aladino, se les concede.

No creas que tú no puedes parecerte a ellos. En tu caso es posible también encontrar el lugar adecuado. Sí, aquí llegamos al váter. Se trata, al fin y al cabo, de tener un lugar y un momento para ti. Antes de una entrevista, de la reunión más importante que tengas, de quedar con alguien que te importa o, simplemente, de empezar un día que se prevé duro, debes saber cuidarte. Para ello, el váter puede desempeñar un papel importante, pero no es el único lugar. Puedes elegir otros lugares donde te encuentres a gusto. La ventaja del váter es que habrá uno en casi cualquier sitio donde vayas, te permite sentarte, ponerte música, cerrar los ojos, relajarte, trabajar la respiración, visualizar algo que te tranquilice y salir como una persona nueva. Es, simplemente, encontrar el momento de recogimiento para hacer lo que necesitas, para reencontrarte contigo mismo, para ponerte en tu momento.

Podemos ir hasta la antigua China para que veas que no intento convencerte de nada raro. Lao Tsé, en el siglo vi a. C. ya dominaba el asunto de aprender sobre uno mismo; decía: «Conocer a los demás es inteligencia. Conocerse a sí mismo es sabiduría». Esa sabiduría es lo que lo que debemos empeñarnos en desarrollar, lo que nos permitirá de verdad cambiar y evolucionar.

Emocionarse con una canción, localizar la palanca, los botones, la combinación que activa ciertos estados de ánimo que te llevan a otro nivel es ir un paso más allá; es el autoconocimiento.

¿Y para qué es importante el autoconocimiento? Pues para emprender el camino al éxito.

Cuando me dirijo a un grupo me gusta empezar mis sesiones preguntando a los asistentes sobre esta palabra que me maravilla y que no siempre cae simpática. Su elección es totalmente deliberada, consciente de que a menudo la asociamos a fama, dinero o poder. Es lo que nos han enseñado, lo que idealizamos y lo que lleva a muchos a cambiar de vida para conseguirlo. Nada más lejos de la realidad; mejor dicho, de tu realidad. Y debo añadir un quizás. Te invito a crear tu propia definición de éxito, que será única y totalmente subjetiva. Por otra parte, será temporal, pues para casi todo el mundo el concepto del éxito cambia con el paso del tiempo. Todos, sin excepción buscamos el éxito. Cada uno lo busca con arreglo a su definición y a su momento; por eso te pido que formules la tuya y no sigas la de nadie.

Para actuar con honradez, el éxito no debería ser más que la consecución de una meta que nos hemos marcado. Alcanzar esa meta es lo más parecido a lo que llamamos felicidad. Hay personas que ven el éxito en tener una familia, sin importar el trabajo; otros persiguen la adquisición de un coche de marca; y también hay quien tiene como metas, ¡por qué no!, ser rico. No quiero limitar el concepto de éxito ni condicionarlo. Cualquier definición es válida, lo que debe quedar claro es que hay tantas definiciones como objetivos puede marcarse una persona.

Una vez que tengas claro qué buscas con el éxito, debes apuntarlo y tenerlo visible todos los días, a cada momento. Lo que hagas, lo que decidas, tiene que estar pensando para alcanzar eso que tanto anhelas. Como hemos dicho, el éxito va de la mano de la felicidad y buscarla debe convertirse en una obligación. No podemos comprar el éxito ni la felicidad, pero sí que podemos aprender cómo alcanzarlos. Para ello necesitarás dos conceptos: metodología y disciplina. El día a día debe ser un camino de ensayo y error en el que refuerces las cosas que sabes que tienes que hacer y dejes de hacer aquellas que no contribuyen a tu cuota de felicidad.

No hay que evitar la búsqueda del éxito. Buscarlo es un requisito para alcanzarlo. Así que persigue tu éxito y no te arrepentirás. Pero quizá tengas que cambiar algo, como vimos en los post anteriores.

En cualquier caso, el camino al éxito empezará siempre empezará por ti.