Facebook y el futuro de los Estados Nación
Si estudiamos la historia de la civilización humana, entenderemos que desde el descubrimiento de la agricultura y el consecuente paso del nomadismo al sedentarismo, los seres humanos hemos tenido la necesidad de organizarnos socialmente. Hemos organizado el trabajo, la forma en que nos relacionamos, cómo vivimos, cómo ejercemos el poder, cómo se gestiona la economía, etc. La forma primigenia de organización social fueron las tribus, éstas crecieron en número de integrantes y dieron paso a las ciudades-estado que podían federarse en Imperios (el mayor exponente es el Imperio Romano). Luego entramos en el período oscuro de la Edad Media con una sociedad feudal caracterizada por su descentralización: un rey que cedía la ejecución del poder a una nobleza que lo ejercía en sus territorios. Hubo ducados, marquesados, condados en función del correspondiente título nobiliario. El feudalismo entró en crisis al mismo tiempo que la burguesía escaló socialmente iniciando la transición al capitalismo donde el dinero era más importante y práctico que un título nobiliario.
Con el capitalismo surgieron los Estados como forma de organización política. Unos Estados que se adhieren a entidades superiores diversas con distintos niveles de descentralización y cesión de poder. Un buen ejemplo es la Unión Europea o la OTAN. Sintéticamente esta es la forma en que está organizado el mundo en la actualidad: las unidades administrativas son los Estados que pueden englobar diversas naciones y se conectan de forma flexible con otros entes supranacionales. Pero ¿cuál será el siguiente estadio en la evolución de nuestra organización social?
Si eres fan de la saga de “Star Wars” sabrás que la forma de organización político administrativa que impera en la República Galáctica es el Senado donde están representados los planetas que la conforman. Una organización parecida a la del Planeta Tierra, pero a escala galáctica, y que mantiene la luchas y ansias de poder características de la naturaleza humana. Quizás sea una realidad en un futuro lejano, pero nosotros no lo veremos.
El Senado Intergaláctico de la saga Star Wars
En nuestra sociedad digital las compañías dominantes son las grandes plataformas tecnológicas que nos proporcionan servicios no de pago (no confundir con gratis) a cambio de nuestros datos. Y tras poco más de una década, el resultado es que Google, Amazon, Twitter o Facebook saben más de ti y de mí, que nosotros mismos. Plataformas con miles de millones de usuarios diarios viviendo, comunicándose, consumiendo y colaborando en sus “Estados”. Si la información es poder, estas compañías lo tienen todo. Facebook controla como nos relacionamos, Amazon como consumimos y Google como trabajamos. La Santísima Trinidad del mundo tecnocapitalista.
El problema es que estas compañías tienen un gran conflicto de intereses. Su exitoso modelo de negocio consistente en exprimir nuestros datos aprovechando nuestro desconocimiento y desidia por la privacidad, es incompatible con una gestión ética de toda la información que atesoran y que ponen a disposición de terceros (con nuestro consentimiento inconsciente). Este artículo de VOX sobre Facebook lo explica bastante bien.
Sintéticamente lo que viene a decir es que a pesar de todas las declaraciones de arrepentimiento y promesas de redención por parte de la plataforma de Zuckerber tras los escándalos relacionados con la mala gestión y el abuso en el uso de nuestros datos (Cambridge Analytica entre otros), todo sigue igual y nada ha cambiado. Y la respuesta es obvia a la siguiente pregunta ¿Qué incentivos tiene Facebook para cambiar cuando los resultados financieros son espectaculares? Este es el problema: cuando la cuenta de resultados y los intereses de los usuarios no están alineados. Y lo mismo se puede decir de Google cuyo motor “Don’t be evil” empieza a dar vergüenza ajena.
Las grandes plataformas son conscientes de su poder y lejos de intentar autorregularse o bien crear sistemas de buen gobierno corporativo dentro de sus extensos dominios, siguen optimizando sus servicios para intentar capturar una mayor parte de nuestro yo. Datos son dinero. En este camino por el monopolio total de nuestra identidad, estas pasadas semanas los medios se han hecho eco del proyecto en estado muy avanzado, de la creación de una cryptomoneda de Facebook para realizar pagos dentro de su plataforma (Facebook, Instagram y WhatsApp). Un asalto en toda regla al sistema financiero. Las plataformas quieren tener un pie en los sectores claves de la economía, y tener un sistema financiero es fundamental.
Los esfuerzos por regular o tasar a las grandes tecnológicas por parte de los Estados está siendo infructuosa. Son demasiado grandes, tienen demasiado poder como para poderlos detener. Los intentos de instaurar una “tasa Google” en Europa han fracasado. El monstruo se ha convertido en demasiado grande, y sigue creciendo hasta convertirse en nuestra referencia identitaria por encima de nacionalidades. Todo gracias a la escalabilidad y potencial del software. El reverso de la moneda es crear los mismo servicios pero de forma descentralizada para que no dependa de un único gobernante, una especie de anarquía controlada. Es lo que lleva intentado el movimiento del software libre y la cultura hackers desde hace décadas con éxitos muy limitados (la baja cuota de penetración de Linux es un buen ejemplo). Por lo que todo apunta a que Mark Zuckerberg será el nuevo Lord Sith de la república tecnocrática de nuestra sociedad. ¡Qué la fuerza nos acompañe!