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Internet y la innovación distribuida

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Acabo de leer el libro Explicar el Mundo: El descubrimiento de la Ciencia Moderna escrito por el Premio Nobel de Física en el año 1979 Steven Weinberg. Al Sr. Weinber le otorgaron el Nobel por combinar el electromagnetismo y la fuerza nuclear débil creando el Modelo electrodébil. El libro me atrajo ya que parte de una premisa que me parece injusta pero interesante: juzgar a pensadores la historia en los eventos relacionados con la física natural, bajo parámetros modernos obviando los contextos históricos y sociales de cada uno de ellos. El libro me ha gustado pero es más técnico de lo que esperaba. De hecho hay un apéndice con explicaciones matématicas de cada uno de los avances científicos en el campo de la física y la astronomia que requiere tiempo para entenderlos en su totalidad. Pero si estás interesado en la física y la astronomía y quieres desmitificar a Aristóteles, Descartes y muchos otros, este es tu libro. A Aristóteles se le echa en cara no aplicar el método científico para probar sus afirmaciones basadas simplemente en la observación y la posterior deducción para elaborar teorías generales que el tiempo ha demostrado erróneas o inexactas. Weinberg se despacha a gusto con la mayoría de “científicos” anteriores a la Ciencia Moderna cuyo inicio él data en el siglo XVII.


Todo esto lo explico por qué uno de los pasajes más interesantes del libro es la batalla que tienen Isaac Newton y Leibniz por la autoría del descubrimiento del cálculo. Parece ser que ambos lo descubrieron de forma independiente pero casi al mismo tiempo. Newton parece que unos años antes, pero Leibniz fue el primero en publicar, lo que en el mundo académico es una actividad crítica para otorgar la autoría de un descubrimiento ya que implica que estás seguro sobre lo que vas a compartir. Fuera como fuese, ambos están entre los científicos más destacados de la historia y algunos de sus descubrimientos siguen siendo válidos siglos después, pero no deja de ser curioso e impensable hoy en dia que dos personas separadas por un centenar de kilómetros puedan estar trabajando en los mismos problemas fundamentales sin que uno sepa del trabajo del otro.


 



Actualmente en un mundo hiperconectado gracias a internet donde todo sabe en tiempo real y a escala global, es realmente impensable que equipos trabajando en los mismo problemas no estén conectado y en contacto. Guardar un secreto nunca fue tan difícil. Internet ha facilitado y por tanto potenciado el trabajo colaborativo en todas las disciplinas. El aumento de la complejidad de los problemas hace necesario la colaboración de diferentes especialidades para poder avanzar. Un buen ejemplo es el campo aeroespacial donde son necesarios conocimientos en diversos campos como la física, la estructura de materiales, las matemáticas, la geografía, etc…) para poder llevar a cabo las misiones de la NASA. No es tiempo para los free rider.


Internet ha acelerado el ritmo de la innovación y los descubrimientos haciéndola colaborativa, distribuida y abierta más allá de las fronteras corporativas. Ciclos de innovación cada vez más rápidos y por tanto cortos, no lineares donde el serendipity es cada vez más común, y que se pueden localizarse en cualquier parte del planeta. Sin duda que hay hubs de Innovación como pueden ser Silicon Valley, Massacusetts (Boston) donde reside el MIT, Silicon Wadi en Israel o Zhongguancun en Pekín, pero surgen constantemente nuevos en distintos punto del planeta. Además, este ritmo acelerado de innovación distribuida y compartida hace que sea fácilmente reproducible en otras ubicaciones por lo que la presión por innovar para crear ventanas competitivas nunca fue tan alta. Son tiempos exponenciales como lo debieron ser los inicios del siglo XIX en Inglaterra y Centroeuropa con la Revolución Industrial. En el fondo no vivimos tiempos que no se hayan dado en otros momentos de la historia, pero es “nuestro tiempo”


¿Qué hubiese pasado si grandes científicos como Newton, Kepple, Einstein, etc… viviesen en nuestra época? Una de las muchas preguntas que no tiene respuesta.