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La empresa como sistema abierto. ¿Es factible este modelo?

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Hasta mediados de los años 60 y principios de los 70 del siglo pasado, las empresas fueron concebidas como sistemas cerrados, rígidos y altamente jerarquizados, y por ello casi siempre aislados del medio que las rodeaba.

Sin embargo, en las siguientes décadas fue inevitable que dichos modelos dieran paso a concepciones organizaciones basadas en el factor humano y en la apertura. El mundo iba cada vez más rápido, la globalización era un proceso irreversible y estaba claro que había que adaptarse a los nuevos retos.

Uno de los cambios más significativos de este proceso se produjo cuando las empresas dejaron de atender en exclusiva lo que sucedía en su interior para prestar atención a los elementos externos que se relacionaban con su actividad. Dicho ahora parece obvio, pero en aquel momento supuso una gran ruptura.

¿En qué consiste el modelo de empresa como sistema abierto?

La empresa como sistema abierto proviene en realidad de una teoría concebida por el biólogo austriaco Ludwin von Bertalanffy, quien afirmaba que cualquier sistema (familiar, animal, social, empresarial) estaba compuesto por elementos en permanente interacción dentro de un marco de normas, mitos e historia.

Éste fue el principio que se aplicó a instituciones, organismos y empresas y que a día de hoy ha dado pie a los denominados sistemas abiertos de gestión empresarial, un modelo caracterizado por los siguientes elementos:

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  • Alto grado de adaptabilidad:

La empresa como sistema abierto es dinámica por naturaleza. Pese a tener una estructura sólida y definida, esto no implica que en cualquier momento implemente cambios que le ayuden a ser más productiva e influyente en su sector. El cambio es uno de sus principios organizacionales.

  • Límites flexibles:

Toda organización define lo que está dentro y fuera de sus límites. Sin embargo, en el sistema abierto esta distinción no resulta definitiva. La flexibilidad de la frontera organizacional permite los cambios y la interacción.

  • Múltiples vías de acción:

Los sistemas cerrados se caracterizaban porque concebían una vía (a lo sumo dos) para la consecución de sus objetivos. En el sistema abierto existen muchas opciones para llegar al mismo fin, así como herramientas de gestión que hacen más sencilla y eficaz la labor de un director de empresas.

  • Interacción con el entorno:

La característica principal de un sistema abierto es la interacción de la empresa con los elementos de su entorno: competidores, distribuidores, proveedores, clientes, etc. Sus dinámicas internas se definen casi en función de lo que ocurre en este terreno. Además, las empresas se desligan de la idea de que el comportamiento de los agentes externos está determinado; en cambio, asumen que todo puede cambiar y que, por tanto, la opción más adecuada es la capacidad de adaptación.

La empresa como sistema abierto: beneficios concretos

El sistema abierto no sólo es factible, sino también necesario. El siglo XXI exige que las empresas sean dinámicas e interactúen con su entorno. Las principales ventajas de este modelo para la gestión empresarial son:

  • Refuerza la idea de empresa y sus valores.
  • Promueve nuevos liderazgos, tantos en los cargos intermedios como altos.
  • Mejora la comunicación interna .
  • Fomenta la participación: los miembros de los equipos se implicarán más.
  • Supone un impulso a los procesos de innovación.
  • Diseño de productos y servicios inteligentes: cobertura de necesidades.

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