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La unión de la personalidad y el trabajo

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La personalidad influye en el trabajo que escogemos y este repercute en nuestro bienestar. En estos tiempos hay que esforzarse por superar obstáculos, aprender de las dificultades y confiar en nuestras capacidades y objetivos.


La personalidad desempeña un papel importante en la preparación y en el tipo de carrera profesional que se escoge. La personalidad no determina por sí sola los tipos de trabajo que finalmente se consiguen, pero sí influye junto a la historia familiar (el tipo de trabajo de los padres, familiares y amigos) y, por supuesto, las necesidades económicas. Estas sí son determinantes... y con la crisis hemos topado.


Las actuales condiciones laborales en España, un desempleo juvenil elevado y que en otros lugares del mundo dificultan que las personas, a priori, encuentren trabajo de acuerdo con su personalidad, intereses y capacidades. Muchos de estos individuos se ven obligados a coger los empleos disponibles independientemente de si encajan bien en ellos o no.


 


Es importante hacer hincapié en:



  • Vencer el estrés por insatisfacción: no encajar bien en un trabajo causa frustración y estrés. Estas condiciones provocan que los trabajadores no pongan tanta atención en su labor como deberían, les resulta poco interesante y no estimulante. Este tipo de comportamiento o reacción se vuelve contra ellos ya que sus jefes opinan que son pobres ejecutantes y la situación puede empeorar. También es cierto que, a medida que la situación mejore serán los primeros en dejar ese puesto y buscar uno en el que encajen mejor.


Cuando se inicia un contrato entre empresa y empleado, aunque el trabajo no guste o no es el esperado, hay un compromiso para desempeñar bien ese papel. Además, hacerlo de forma adecuada puede ser un buen camino para mejorar, adquirir valores y demostrar la valía hacia uno mismo y hacia los demás, en especial, la empresa.


Los problemas laborales deben contemplarse como un reto personal, como un ejercicio desde dentro, aprender a poner buena cara al mal tiempo y a buscar la felicidad y la tranquilidad incluso en situaciones difíciles.


 



  • En busca del trabajo ideal: el trabajo es un excelente modo de desenvolvernos y realizarnos en sociedad. Se precisa tener cubierta la identidad, la pertenencia, la autonomía, el reconocimiento y la diversidad de tareas.


Cuando nos decantamos por una determinada vida profesional, y en una situación ideal, hay que tener en cuenta el temperamento, que es la base genética de la personalidad.


También las aptitudes, aficiones y el carácter. Otro punto que tener en cuenta y hay que sopesar es dónde nos sentimos mejor: en una profesión liberal o subordinada, algo que también tiene mucho que ver con nuestra personalidad.


La elección de una profesión también responde a nuestras inquietudes o, incluso, de nuestras neurosis. El trabajo también nos sirve como una vía para potenciar aquello que se nos da bien o para evitar aquello en lo que nos sentimos negados. Es decir, si una persona es altamente obsesiva y meticulosa, probablemente nunca será un buen camarero; en cambio, sí podrá convertirse en un brillantísimo relojero.



  • Desarrollo del talento: nos tenemos que conocer, ser realistas y no engañarse. ¿Por qué queremos ese trabajo? ¿Es realmente lo que ansiamos o responde tan sólo a lo que se espera de nosotros? Y aquí interviene la responsabilidad de los progenitores.

     


Hay que exponer un cierto número de estímulos para que desde jóvenes puedan encontrar aquello en lo que se sienten en su salsa o destaquen de manera brillante.



  • Oportunidad para reinventarse: decía Albert Einstein que “la crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y los países, porque trae progresos”. Asimismo, recordaba que “de ella nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado”.


Lo principal es saber lo que uno quiere, reconocer las habilidades que uno posee y luchar por ello.


 


Reflexión: ¿Te sientes identificado?