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La ventaja competitiva que tu negocio necesita

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Ventaja competitiva es valor, es futuro y es, sobre todo, diferenciación. El secreto mejor guardado de muchos negocios, producto de su experiencia y de las capacidades que ha ido desarrollando paralelamente a su crecimiento. La ventaja competitiva es el objetivo de algunas empresas, sin embargo, no todas las ventajas valen igual, las hay más efímeras y también existen las que perduran en el tiempo. Ésas son las que más nos interesan, las que destacan por su sostenibilidad.

Cada ventaja competitiva es diferente y no todas tienen el mismo valor

¿Cuál es tu ventaja competitiva? Calidad, una patente innovadora o el contrato en exclusiva con un proveedor determinado pueden ser la clave del negocio, aunque existen muchas más opciones. Lo importante es que se trate de un atributo único y difícil de imitar.

Para poder asegurar su efectividad, la ventaja competitiva debe, además, contribuir de manera decisiva a la hora de posicionar a la organización por delante de la competencia, por lo que debe ser mantenida en el tiempo. Precisamente estas dos últimas cualidades son las que dan la pista de la sostenibilidad de la ventaja sobre los competidores.

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¿La ventaja competitiva de tu negocio es perdurable y significativa? Muchas veces, el esfuerzo que el lanzamiento de un nuevo producto implica o la satisfacción de ver que la empresa logra mejorar su posicionamiento, incluso llegar a los primeros puestos de popularidad entre los consumidores pueden hacer pensar que esa situación se prolongará. Pero no siempre es así.

En ocasiones, todo el trabajo realizado ha dado sus frutos, se pueden comprobar los buenos resultados, pero, pasado un cierto tiempo, las cosas vuelven a estar como antes, y ese impulso inicial se ha desinflado. ¿Dónde queda la ventaja?

Desafortunadamente, es la forma empírica, y más habitual, de darse cuenta de que no se dispone de una ventaja competitiva sostenible, sino que se pudo disfrutar de una situación equiparable durante un periodo de tiempo limitado.

Para evitar que una imagen poco realista de las circunstancias afecte a la toma de decisiones, hay que tener las cosas claras. En lo que respecta a la ventaja competitiva, puede resultar conveniente evaluar este beneficio en base a indicadores como:

  • Versatilidad. La ventaja no sólo es susceptible de ser explotada en la situación para la que ya se han comprobado los buenos resultados, sino que se podrá aplicar a otras, con idénticos frutos.
  • Exclusividad. El proceso de consecución de la ventaja competitiva es único y resultaría complicado o imposible para las empresas de la competencia conseguirla.
  • Distinción. Se trata de un atributo diferencial que hace único al negocio. No existe otra compañía que pueda ofrecer lo mismo.
  • Perdurabilidad. La ventaja no se esfumará al cabo de un tiempo ni tiene fecha de caducidad. Se trata de una cualidad inherente a la organización y que quedará asociada a ella mientras se sepa mantener.

Ejemplos de ventaja competitiva perdurable en el tiempo

Quizás a estas alturas ya has evaluado tu ventaja competitiva, constatando que puede no resultar tan resistente como pensabas. Si, al poner la vista en el futuro, te quedan dudas acerca de si el día de mañana el negocio seguirá contando con este poder diferencial, todavía existen soluciones.

La ventaja competitiva, igual que se puede conseguir la primera vez, también se puede optimizar. Existen algunas líneas de trabajo que permitirían a tu negocio disfrutar de una ventaja sostenible. Se trata de las siguientes:

  • Talento. Independientemente de cuál sea la ventaja competitiva que caracteriza a tu organización y le permite lograr esos buenos resultados, detrás del esfuerzo está el trabajo coordinado de un equipo humano. Trabajar por desarrollar sus capacidades, impulsando la formación, la actualización y el reciclaje, es la mejor apuesta por el futuro del negocio. Si bien en ocasiones merece la pena atraer el talento del exterior, ayudar a crecer a las personas que integran la organización siempre es una apuesta segura.
  • Protección legal. En ocasiones la ventaja competitiva se deriva de la capacidad de innovación de la empresa. Un hallazgo puede rentabilizar toda la inversión en I+D realizada, pero, para que este beneficio no termine cuando los competidores descubran la fórmula secreta del éxito, existe un recurso que puede utilizarse en este caso. Se trata de la patente. Al registrar la idea, la protección de la ventaja competitiva queda garantizada durante veinte años, según datos de la Oficina Española de Patentes y Marcas.
  • Público. Los clientes son los que terminan confirmando que esa ventaja competitiva lo es. Las ventas aumentan y se mantienen. Para lograr extender esta situación, alargándola lo más posible, una estrategia a la que puede recurrirse es la de evolucionar hacia un modelo de negocio centrado en el consumidor. De esta forma, se consigue retener a todas esas personas que ya confían en la marca quienes, a su vez, dada su lealtad a la empresa, actuarán en muchos casos como embajadores, recomendando los productos y servicios de la compañía a clientes potenciales.
  • Variedad. Si un producto funciona, ¿por qué no complementarlo con otros para aportar mayor valor al consumidor? Igual que cada cliente evoluciona, cambian sus circunstancias y, con ello, sus necesidades; la clave de una ventaja competitiva sostenible puede estar en hallar la manera de seguir aportando utilidad al consumidor que ya confía en la marca a través de uno de sus productos, ofreciéndole para ello nuevas soluciones que se adaptan al momento que vive.
  • Coste. Cuando a un producto o servicio fantástico se incluye un precio rebajado, el resultado es una mayor atracción que permite conectar con nuevos clientes y el impulso de la satisfacción de quienes ya lo eran. Para reducir costes hay que pensar en procesos y eficiencia. La clave del ahorro puede estar en un cambio de proveedor, en la introducción de tecnología o en la eliminación de desechos. La dirección de operaciones deberá ponerse al mando de la reingeniería de procesos para alcanzar este objetivo.

La ventaja competitiva genera valor a la organización y también contribuye a entregarlo al cliente. ¿Cuenta tu organización con los recursos, la tecnología y el talento necesarios para lograr que la ventaja que os diferencia sea sostenible? ¿Conoces el Máster en innovación estratégica?

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