En el artículo de OBS descubriremos las ventajas del teletrabajo y del trabajo presencial

Más reflexiones sobre el teletrabajo

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En breve se cumplirán dos años del inicio de la pandemia del Covid. Las primeras noticias que recuerdo datan de noviembre o diciembre del 2019 sobre una epidemia vírica en alguna parte de China. Todo parecía similar a la que provocó la enfermedad del SARS en el 2002. Hasta aquí todo normal. Luego, en enero, China confinaba Wuhan una ciudad de 11 Millones de habitantes. Eso ya no era tan normal. Y en febrero el Covid era una realidad en todo el mundo. Todo lo que vino después no hace falta recordarlo. Ahora estamos vacunando a la población a marchas forzadas, pero en el aire sigue flotando la incertidumbre sobre de qué forma habremos de convivir con este virus; si las vacunas nos protegerán de las diversas mutaciones; si tendremos que hacer un recordatorio con una dosis anual; si todas las vacunas funcionan igual; cuáles serán los colaterales a largo plazo de vacunas desarrolladas en tiempo récord y con nuevas tecnologías. Siguen habiendo demasiadas preguntas sin respuestas.  

Es interesante pararse a pensar cómo ha evolucionado nuestras convicciones sobre diversos temas en estos últimos meses. Por ejemplo en el uso de las mascarilla. Al principio no eran necesarias para luego ser imprescindibles y obligatorias, ahora no tanto y solo en interiores, que si las mascarillas de tela protegen o no, etc. Cada nueva información que incorporamos va perfilando nuestras forma de pensar en muchas casos contradiciendo nuestras creencias de semanas anteriores. Esta es la sensación que tengo con el debate sobre el futuro de la organización del trabajo.  

Covid y trabajo

Al inicio del confinamiento nos imaginábamos un futuro en que las organizaciones no tendrían oficinas y sus trabajadores estaría dispersos alrededor del mundo. El trabajo remoto iba a ser el futuro. El mercado inmobiliario de oficinas iba a desaparecer. Pero a medida que pasa el tiempo, y tenemos experiencia en trabajar de forma remoto, empiezan a surgir los grises y las dudas. Ahora hablamos de un futuro híbrido con mayor flexibilidad, pero nada apunta a la desaparición de la presencia física. Hay compañías que están llamando a sus empleados a volver a las oficinas. Otras que en un principio abogaban por el trabajo full remote, ahora introducen rebajas salariales para aquellos que trabajen fuera de las oficinas. Por lo que poco trabajo remoto va a quedar a largo plazo.  

Las razones de este cambios de opinión son varias: desde la necesidad de muchas personas de socializar en el ambiente laboral, pasando por la desconfianza (fundada o infundada) de las organizaciones para con sus trabajadores (muchos desde que trabajan en remoto tiene dos trabajos), hasta aspectos relacionados con la creatividad y productividad de los equipos.

Ventajas del trabajo presencial

En mi caso que gestiono proyectos en remoto desde hace más de 15 años, hay un aspecto donde la virtualidad es imbatible: la comunicación one to one. Las conversaciones importantes mejor presenciales. Gran parte de la comunicación es no verbal. Un cambio de rictus, un movimiento de ojos, un cambio de postura corporal, una aceleración de la respiración, cualquier detalle puede ser importante y transmitir más información que las palabras. Estos matices que para mí son claves en conversaciones importantes, se pierden con la virtualización. Por eso creo que es necesario cierta presencialidad.  

Ventajas del trabajo en remoto

Dicho esto, la virtualidad tiene muchas ventajas. A todas las consabidas, hay una que considero definitiva: el accountability en los resultados. En las organizaciones hay profesionales en el arte de esconderse en reuniones huyendo del trabajo. Profesionales de la política corporativa. Trepas con los escrúpulos justos cuyo objetivo es subir en las escaleras de poder de las organizaciones con el mínimo esfuerzo. Cuando pasas a equipos remotos, es el momento de dejar en evidencia a estas personas. La virtualidad es el momento de repensar la dinámica de trabajo de los equipos.  Acabar con la grasa que es el exceso de reuniones. Apoyarse en herramientas para sincronizar a los equipos y que todo el mundo sepa qué ha hecho y el status en el desarrollo de un proyecto. Herramientas de comunicación asíncrona respetando momentos de concentración de las personas. En fin, repensarlo todo para mejorar, y destapar a los impostores que pululan en nuestras organizaciones. El trabajo remoto requiere otras dinámicas de gestión de equipos y de organización del trabajo, pero sobretodo confianza en tus empleados. Y lamentablemente, no se puede confiar en todo el mundo.