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Metodologías Agile, un recurso para mejorar el desempeño

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Antes nos hemos referido a los beneficios que supone adoptar una metodología Ágile en las dinámicas empresariales. Hemos hablado de la participación de los clientes en la toma de decisiones en cada fase, la división de tareas en iteraciones, la jerarquización de tareas y las entregas parciales.

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En este caso, nos centraremos en otro de sus beneficios: la cohesión de los equipos de trabajo, un elemento que resulta indispensable no sólo para la continuidad y el éxito de los proyectos, sino también para una mayor cohesión organizacional  Un buen número de profesionales de la gestión empresarial señalan que los equipos de trabajo que actúan dentro del marco de las metodologías Agile son motores de cambio de gran trascendencia. Si sus principios de acción se mantienen en el tiempo, pueden ser un valioso aporte para la productividad. La apatía, la mala gestión del tiempo, la deficiente asignación de roles y la falta de claridad en los objetivos son algunos de los obstáculos a los que se deben enfrentar los líderes de los proyectos. Ante esto, las metodologías ágiles como Scrum ofrecen atractivas soluciones. ¿En qué consisten?

¿Cómo influyen las metodologías Agile en el desempeño empresarial?

En lo que se refiere al desempeño, Scrum y el resto de metodologías Agile proponen un modelo de ejecución basado en las iteraciones, que son etapas en las que se subdividen los proyectos. Aunque se trata de acciones encadenadas, cada iteración se desarrolla de forma independiente y dentro de unos plazos específicos. Los responsables de las actividades no avanzarán hasta que cada iteración no haya finalizado. Es una de las reglas de oro de Agile. Sin embargo, si la cuestión es desvelar cuál es su aporte a la mejora del desempeño de una empresa, debemos hablar de algunos aspectos concretos en los que esto se refleja de forma directa. ¿Se te ocurre cuáles son?

  • Los individuos y su interacción: Recordemos que este es uno de los principios fundacionales de las metodologías Agile. Las personas que intervienen en un proyecto y las relaciones y dinámicas que se generan en torno a éste son lo más importante. ¿Por qué? Sencillo: son el capital más valioso de cualquier proceso. De su bienestar y del buen clima laboral en el que se desenvuelvan dependerá el éxito de los resultados.
  • Trabajo por fases o etapas: No es lo mismo delegar tareas de forma arbitraria que hacerlo en función de unas condiciones trazadas de antemano. Los equipos que operan bajo el segundo casos son más eficientes al tener claros los objetivos de desempeño. Además, al tratarse de tareas específicas, el control sobre las mismas es mejor y, por consiguiente, las soluciones son más efectivas.
  • Entregas parciales: Seguro que te ha sucedido en alguna ocasión: solemos ser mucho más eficientes y productivos cuando tenemos fechas límite por delante. En el caso del método Agile, se trata de cumplir con las tareas que corresponden a cada iteración, las cuales tienen plazos específicos. No se trata de un tema de presión; por el contrario, la idea es mantener el compromiso y la actitud proactiva de los equipos.

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