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Nuevas fuentes de financiación a largo plazo: Project Bonds

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Recientemente se ha observado un auge de una nueva alternativa de financiar proyectos a largo plazo: los bonos de proyecto o Project Bonds. Por ejemplo, gran parte de los proyectos de energía renovable en España que disponen de retribución a la inversión se han refinanciado en los últimos años usando esta estructura.


 


El auge de los Project Bonds ha sido fomentado por cambios en la regulación bancaria, principalmente Basilea III, que han restringido la capacidad de los bancos de prestar dinero incentivándolos a actuar como agentes para que otras fuentes de liquidez sean los prestatarios finales. Así, los bancos usan sus capacidades de estructurar deuda para que otros financiadores, en general inversores institucionales en el mercado de capitales como aseguradoras o fondos de pensiones, sean quienes tomen finalmente el préstamo.


 


La principal ventaja para el sistema es que se accede a nuevas fuentes de financiación más allá de los bancos tradicionales, permitiendo condiciones que suelen ser más atractivas como plazos más largos y precios más bajos. Adicionalmente, se estructuran a precio fijo, dando más certeza al retorno y evitando complicaciones con derivados de tipos de interés. 


 


También existen ciertos inconvenientes. Uno de ellos es que los inversores institucionales tienen menos experiencia en financiaciones de proyecto, y por tanto son más aversos a riesgos que tradicionalmente los bancos fueron capaces de asumir, como el riesgo de construcción o algunos riesgos comerciales. Además, los costes iniciales de una emisión son más altos, ya que el coste habitual de asesores se incrementa con el de las agencias de rating que suelen requerirse. Finalmente, se suele achacar a estas estructuras cierta falta de flexibilidad: no es lo mismo negociar una variación post-contractual con un banco que con decenas de inversores.