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Pensar como diseñador tiene hoy valor estratégico dentro de las empresas

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Las empresas están poniendo ya el foco en la Gestión del Cambio interno para que los miembros de la organización se vuelvan flexibles y en consecuencia acepten hacer un esfuerzo por comprender los desafíos que hay que enfrentar para atender un mercado de consumidores totalmente digitalizado - por una parte - y para imaginar el impacto que los nuevos desarrollos tecnológicos podrían tener en su sector de actividad, por otra.


De este tipo de procesos  de cambio, surge la necesidad por parte de los colaboradores de recibir capacitación, no sólo para aprender a manejarse profesionalmente en el entorno digital, sino para aprender a romper con su lógica de pensamiento y ser creativos imaginando el futuro.


Y por parte de la empresa, surge el  compromiso de invertir en formación, para que sus empleados puedan adquirir los conocimientos que necesitan y desarrollen  las competencias que requiere, la nueva visión de la compañía.


Llegado este punto, la empresa  duda sobre la efectividad de contratar servicios de capacitación, porque  no tiene muy claro cuál de las nuevas competencias, habilidades y conocimientos  requeridos son los que pueden impactar directamente y de forma más veloz, en los resultados de negocio.


Muchas empresas (las que cuentan con presupuesto) han comenzado su camino de transformación innovando en tecnología y herramientas. Muchas están afinando su Business Intelligence con la incorporación de potentes software para Big Data.  Pero sienten que tanta inversión y esfuerzo no se está reflejando en un verdadero cambio respecto de su competitividad.


Quizá, lo que está faltando, es que cambien el enfoque de lo que piden a sus equipos: si  les siguen pidiendo que encuentren la forma de llegar a los consumidores de forma más atractiva  con su actual oferta de productos y servicios, seguirán navegando en un océano rojo y continuarán gastando fortunas en “maquillar” algo que quizá no sea lo que el consumidor está esperando.


Para  que la innovación se convierta en verdadera ventaja competitiva, debe pasar de ser una función táctica (maquillar lo que se tiene), y pasar a ser una función estratégica: generar ideas innovadoras para crear o rediseñar productos y servicios que satisfagan mejor las nuevas necesidades y deseos de los consumidores.


Con este enfoque, donde el punto de partida es “lo que la gente quiere y necesita para su vida”, las empresas necesitan incorporar el Design Thinking en todas las fases del proceso.


Citando la definición de IDEO, el Design Thinking es “una disciplina que utiliza la sensibilidad  y los métodos del diseñador para pensar soluciones  a las necesidades de las personas que sean técnicamente posibles  y que una estrategia de negocio viable pueda convertirlas  en una propuesta de valor para el cliente y en una oportunidad de negocio para la empresa”.


Contar con empleados que puedan pensar como Diseñadores, puede no sólo transformar  la forma en que se diseñan productos, servicios y/o  procesos, sino, más importante aún, la forma en que se diseña  la estrategia para competir.


La creciente complejidad en oferta de productos y servicios, así como en las experiencias de los consumidores, ha derribado el mito de que se puedan encontrar soluciones gracias a la creatividad de un único genio.


Y las empresas cuentan con ese talento, aunque no lo sepan aún. Está demostrado que hay muchas personas que tienen aptitud natural para pensar como Diseñadores, independientemente de su profesión, su función en la empresa o especialidad.


Con las capacitaciones adecuadas en técnicas de Design Thinking, es posible desbloquear este pensamiento en los actuales empleados de cualquier organización y generar una verdadera revolución en la forma en que se piensa cómo ganar en competitividad y con qué.


El desafío está en:



  • Invertir en talleres de Design Thinking para todas las áreas de la empresa

  • Detectar a los colaboradores que más se acercan al perfil de un Diseñador en cada área

  • Generar espacios de interactividad en los que participen integrantes de todas las partes del proceso para que el brainstorming se nutra de todas las miradas necesarias

  • Y animarse a experimentar e iterar hasta que se vislumbre en el horizonte un pequeño océano azul por el que apostar.


Hoy los líderes tienen la responsabilidad de pensar qué formación está necesitando la gente hacia el interior de la organización, para poder responder a los desafíos que la empresa les está  pidiendo a diario.