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Psicología del inversor: decisiones arriesgadas y finanzas conductuales

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La psicología del inversor es una disciplina que se centra en el estudio del comportamiento de los inversores y las decisiones que resultan de sus procesos mentales. Para poder analizar a un inversor y extraer conclusiones es preciso contar con información suficiente acerca de sus principios y escala de valores, sus formas de actuar y su manera de decidir en diferentes circunstancias.

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Algunas teorías financieras se apoyan en la psicología del inversor, justificando que este tipo de profesionales son actores racionales que buscan su propio interés, dada la naturaleza a veces ineficiente del mercado. Este enfoque explicaría algunas de sus decisiones más controvertidas.

Además, ver las cosas desde este ángulo, permite comprender mejor las deficiencias de los inversionistas individuales en cuanto a cómo se sienten con respecto a los mercados y entender también las razones por las que pueden tomar decisiones incorrectas en el momento equivocado.

La psicología del inversor y las finanzas del comportamiento

El proceso de inversión cíclica, que incluye la adquisición de información, la selección de valores, la tenencia y la venta de inversiones, seguido de una nueva selección, está lleno de dificultades que suponen un desafío a la psicología del inversor.

Sin embargo, sólo por el hecho de tomar conciencia de los sesgos de comportamiento y tratar de evitarlos activamente, los inversores pueden llegar a tomar decisiones imparciales.

Las finanzas conductuales son una disciplina emergente que arroja luz sobre el verdadero comportamiento financiero, describiendo:

  • Los diversos sesgos cognitivos y emocionales a los que los inversionistas suelen someterse.
  • Las consecuencias tangibles a las que pueden conducir estos sesgos.
  • Cómo las influencias culturales pueden afectar la toma de decisiones sobre inversiones.

Se trata de un planteamiento muy diferente al de la teoría económica y financiera establecida

De hecho, desde el punto de vista tradicional, la psicología sostiene que los individuos racionales están bien informados y son consistentes en su toma de decisiones. En esa definición de incluiría a los inversores y eso significa dos cosas:

  • Que cuando reciben información nueva, actualizan sus creencias correctamente.
  • Que después hacen elecciones que son normativamente aceptables.

Si bien este marco es atractivo, es claro que, en realidad, los humanos no actúan racionalmente. De hecho, a menudo, las personas actuamos de manera irracional, siguiendo patrones contraproducentes y sistemáticos. Es un hecho probado que el 80% de los inversores individuales y el 30% de los inversores institucionales son más inerciales que lógicos (Harvard Business School).

Estas desviaciones de las predicciones teóricas han allanado el camino para los estudios centrados en la psicología del inversor. Las finanzas conductuales se centran en los aspectos cognitivos y emocionales de invertir, recurriendo a la psicología, la sociología e incluso la biología para investigar el comportamiento financiero real, que está afectado por diferentes sesgos.

Todos tenemos sesgos fuertemente arraigados en lo profundo de nuestra psique. Si bien pueden servirnos bien en nuestra vida cotidiana, pueden tener el efecto contrario al invertir. La inversión impulsada por sesgos de comportamiento abarca tanto sesgos cognitivos como emocionales y, si bien los sesgos cognitivos se derivan de errores estadísticos, de procesamiento de información o de memoria; un sesgo emocional se deriva de un impulso o intuición y resulta en una acción basada en sentimientos en lugar de hechos.

Aunque no podemos evitar los sesgos de comportamiento con los que nacemos, ciertamente podemos tratar de mitigar sus efectos. Al emplear sistemas destinados a contrarrestar estos instintos, como el uso de retroalimentación, sistemas de auditoría para las decisiones y listas de verificación, podemos tomar decisiones más racionales y mejorar las posibilidades de éxito de la inversión.

El estudio de la psicología del inversor que guía disciplinas como las finanzas conductuales, sirve de base también para el desarrollo de otros campos especializados interdisciplinarios, como la neuroeconomía.

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