Sólo el cambio es constante
En la actualidad, la innovación es uno de los valores empresariales más preciados en el mercado. Para ser competitivas las empresas deben tener la capacidad de cambiar de forma constante pues ya no existen productos y servicios diseñados para que sean invariables. Pero, a estas alturas, los cambios no atañen únicamente a la producción sino que también estamos presenciando, por ejemplo, cambios de paradigma en la transmisión del conocimiento. Nosotros aprendimos de nuestros padres y, hoy en día, estamos viendo que son los niños quienes enseñan a sus padres. Se considera que cualquier persona nacida a partir de 1980 es hablante nativo de una lengua digital basada en el uso de los ordenadores, los videojuegos e internet. De esta manera, la mayor parte de los niños de hoy en día se acercan a la pantalla de los televisores y deslizan su dedo sobre ella pretendiendo que la imagen se mueva. Estos nativos digitales cuando tengan 20 años tendrán mucho más conocimiento tecnológico que sus padres y, muy probablemente, que tú.
Como ves, el cambio es constante, las modas cambian, los gustos cambian,... y el mercado también.
“Locura es hacer las mismas cosas una y otra vez esperando obtener diferentes resultados”, dijo muy acertadamente Einstein refiriéndose a que el cambio es el germen de la mejora.
Sin embargo, ostentamos una fuerte resistencia a él de la que me hice eco años atrás observando la fotografía de un transbordador espacial. En la imagen de este modernísimo medio de transporte se distinguen con claridad los dos depósitos auxiliares de combustible y me pregunté el motivo de sus proporciones. Descubrí que los ingenieros que los diseñaron los hubieran preferido de mayor tamaño pero se habían encontrado con un impedimento insalvable. Estos depósitos se fabrican en Utah (Estados Unidos) y se transportan por tren a la base de lanzamiento. El inconveniente estriba en que la línea férrea que existe entre la fábrica y Cabo Cañaveral cruza las Montañas Rocosas a través de un túnel que delimitó su dimensión. Soy de los que les gusta rizar el rizo así que seguí con la curiosidad despierta y averigüé que la anchura de los túneles viene determinada por la de los raíles de tren; en Estados Unidos es de 8 pies y 4 pulgadas (unos 140 cms). Esta medida es la misma que se usa en Inglaterra ya que los ferrocarriles norteamericanos fueron construidos por ingenieros ingleses que vieron una oportunidad de negocio: podrían vender las locomotoras inglesas en el nuevo continente. Estos ingenieros eran los mismos que habían diseñado los tranvías para cuya construcción se tomó como referencia la medida de separación de las ruedas de los tradicionales carros de carga.
Ya desde la Edad Media, en toda Europa se usaba este estándar ya que las roderas en los caminos estaban marcadas por los carros y una medida diferente hubiera causado la rotura de sus ejes. A su vez, la separación de estas tenía su origen en el Imperio romano para facilitar el desplazamiento de las legiones. Sus carros de guerra estaban tirados por dos caballos que debían mantener una separación mínima para galopar con comodidad. Para aumentar su estabilidad las ruedas no debían coincidir con las pisadas del caballo pero tampoco podían estar demasiado separadas para evitar accidentes cuando dos carros se cruzaran.
Ya tenemos la respuesta a la pregunta inicial, la separación entre los raíles del ferrocarril norteamericano viene determinada porque 2 mil años antes, en otro continente, los carros romanos se habían construido en función de las dimensiones del culo de un caballo. Así pues, el culo de un caballo determinó también la dimensión de uno de los medios de transporte más rápidos del mundo.
¡Cuidado! Que no te pase como al transbordador, para mejorar debes estar abierto y ser flexible porque los tiempos están cambiando.