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Transformación Digital: ¿de qué estamos hablando?

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El proceso de Transformación Digital de las organizaciones se ha convertido en la gran pesadilla de los mandos medios y altos. Los CEO’s están presionando a sus equipos para que “esto” se ponga en marcha cuando antes y, como nadie quiere perder “su trabajo”, los gerentes de las diferentes áreas trabajan en lo que ellos “consideran Transformación Digital”,  pero con la sensación de que “la gente de la organización no acompaña”.


Son varios los informes y artículos que afirman que en las empresas “falta talento y capacidades digitales”; que los empleados no tienen las habilidades necesarias y se resisten a incorporarlas. Y entonces uno se pregunta:



  1. De qué  capacidades y habilidades estamos hablando?

  2. Alguien indagó en los motivos que dan lugar a la resistencia?


La Transformación Digital está tan vinculada a la tecnología que lo primero que entendemos es que hay que “aprender de tecnología”… y lo que cada uno entienda por eso: informática, robótica, domótica, electrónica, urbótica o inmótica en otras tantas asociaciones que surgen al hablar de tecnología.


La otra asociación directa que aparece cuando se habla de Transformación Digital es la relacionada con: el equipamiento, nuevo software, desarrollos, herramientas y  apps.


Y si bien todo esto tiene que ver con los planes de Transformación Digital (y tecnológica)  de una empresa, no es esto lo que está generando resistencia, sino la falta de sensibilidad de la empresa para entender que tanto cambio para quienes realizan a diario su trabajo, requiere un proceso de acompañamiento desde la cabeza a la base de la organización.


Así como a finales de los ’80 el mandato fue “informatizarse” y todos comprendimos que eso significaba “empezar a utilizar una computadora para realizar nuestro trabajo” y teníamos claro que alguien nos iba a enseñar cómo hacerlo, ahora necesitamos entender qué nos piden cuando nos dicen que “nos digitalicemos” y que nos enseñen cómo hacerlo o por dónde empezar. Pero resulta que aún no existe un consenso unívoco de qué implica digitalizarse.


Para empezar a iluminar algo este nuevo mandato, podríamos decir que “digitalizarse” es empezar a utilizar las herramientas digitales para comunicarnos, trabajar, colaborar y producir.


Lo cierto es que  a nivel personal, la mayoría ya lo estamos haciendo (usamos mensajería instantánea, redes sociales, apps y entramos a la nube para acceder a múltiples servicios).


Lo que nos falta saber y/o aprender es cómo quiere la empresa que utilicemos estas herramientas digitales para nuestro trabajo cotidiano.


Y es justo en este punto donde los directivos no logran ponerse de acuerdo y definir una política;  porque por temas de “seguridad de la información”, “exposición de la marca”, o  simplemente por el control de la hora/hombre, en gran parte de las organizaciones parte de los empleados no tienen acceso a la nube pública y las plataformas sociales y  no se ha desarrollado un programa de utilización de las herramientas digitales para comunicación y colaboración interna, ni para comunicación y atención externa (que está sólo en manos del departamento de marketing y muchas veces administrado directamente desde una agencia externa).


No creo sinceramente que falte talento y mucho menos que los empleados resistan a este cambio porque sí. Creo que lo que falta es, en cada caso, de cada organización, trabajar en un Programa de utilización de herramientas digitales, explicando el Por Qué  y el Para Qué. Compartiendo con la organización las nuevas oportunidades que esto abre para todos, así como los riesgos de mal utilizar estas herramientas desde el ámbito profesional y corporativo.


Frenar o prohibir el uso de herramientas digitales en las empresas es como decirle a los empleados que no confiamos en su sentido de la responsabilidad. Y lo que se obtiene como respuesta a este mensaje, es resistencia al cambio.  


Salvo en empresas como Google o Amazon que nacieron digitales (por tanto no hay nada que transformar en la cultura de la organización), el resto se enfrenta a un proceso de Gestión del Cambio que  tiene como propósito instalar la “flexibilidad” en la forma de trabajar (respecto de cómo lo hicieron siempre) para que sus colaboradores ahora también puedan desarrollar sus funciones en el entorno digital de forma profesional y responsable.


La Transformación Digital entonces no se trata (sólo) de innovación tecnológica, sino de lograr que todos los colaboradores aprendan a hacer un uso responsable de las nuevas herramientas para que las compañías puedan seguir entregando valor allí donde se encuentra ahora, su público objetivo.