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Activo no corriente: ¿riesgo de pérdida o inversión?

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Al contrario del activo corriente, el activo no corriente corresponde a todos aquellos recursos con los que cuenta una empresa que no se hacen efectivos ni se materializan de algún modo en el plazo de un año. Es decir, los beneficios derivados de ellos sólo se convierten en liquidez después de 12 meses o más.

La mayoría de estos activos son inversiones a largo plazo y por tanto las empresas no cuentan con ellos para el pago ni el cumplimiento de sus obligaciones inmediatas, lo cual no quiere decir que no tengan importancia para las finanzas de cualquier negocio.

La tienen, claro que sí, sólo que de otra forma. Y ojo, no sólo hablamos de inversiones, compra de acciones en bolsa u otras figuras. El activo no corriente lo podemos ver en el día a día: un ordenador, una furgoneta, un local y hasta una patente.

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Tipos de activo corriente. ¿Cuál es el tuyo?

Antes de entrar analizar cuándo el activo no corriente supone un riesgo y cuándo tiene que ver con una inversión fructífera y duradera, convendría revisar cuáles son los tipos de activo no corriente que existen y cómo se comportan en los distintos mercados:

1. Activos intangibles:

Son todos aquellos cuyo beneficio no se puede cuantificar físicamente, pero que no por ello dejan de producir rendimiento. Un ejemplo clásico es el derecho de propiedad intelectual o de patentes exclusivo para ciertas marcas.

2. Bienes inmuebles:

Se refiere a todos los bienes, equipos, máquinas, útiles y terrenos, entre otros, que forman parte del negocio y llevan implícito un beneficio o una rentabilidad, aunque ésta no necesariamente esté tasada. El único caso en que los inmuebles no integran la categoría de activo no corriente es cuando la empresa se dedica al mercado inmobiliario, pues en ese caso su beneficio podría hacerse palpable en un plazo inferior a un año y sería un activo corriente.

3. Inversiones financieras a largo plazo:

Es el tipo de activo no corriente más conocido en todos los sectores y áreas de desempeño. Muchas empresas suelen adquirir valores de renta fija, aportes de capital y acciones, entre otros, para rentabilizar su actividad o simplemente para diversificar su capital, evitando, en este último caso, la dependencia hacia una sola fuente de beneficios e ingresos. La Bolsa es un escenario propicio para ello.

¿Cómo saber si un activo no corriente es una inversión?

El activo corriente es algo que está ahí presente, aunque muchas veces no lo veamos ni sepamos realmente cuál puede ser su beneficio. En ese sentido, siempre será una inversión y, por eso mismo, debe gestionarse como tal.

Ahora bien, dejará de serlo si no sabemos identificar a tiempo el riesgo que supone o si las opciones de rentabilidad, que muchas veces dependen del mercado y de estructuras macroeconómicas, no son tan favorables como esperaríamos. También en este último caso debemos responder con acciones oportunas.

Hagas lo que hagas, el riesgo de pérdida siempre va a existir: ¿qué actividad financiera o comercial no lo tiene? Por tanto, la clave estará en el estudio y el análisis progresivo que hagas del activo no corriente para que su rentabilidad siga al alza.

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