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Autoeficacia y autoestima

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Siguiendo con este primer pilar de la automotivación visto en los posts anteriores, hoy me gustaría ya no tanto definir lo que es, como lo que no es.

Algunas veces se usan términos autoeficacia y autoestima como sinónimos. Es cierto que, si no crees en ti mismo, tienes una baja autoestima, pero es erróneo identificar ambos conceptos, que, en realidad, están muy alejados.

La autoestima se refiere a la valoración que uno hace de sí mismo. Define, por tanto, cómo te ves a ti mismo en general; cuánta estima te profesas —como bien dice la palabra y valga la redundancia—, o, dicho de otra manera, qué consideración positiva tienes de ti mismo. En general, la autoestima se desarrolla a partir de experiencias y situaciones que conforman, a lo largo del tiempo, el juicio que haces de tu persona, de tu actuación, de tu capacidad y de tu potencial. Así, una autoestima alta suele provocar confianza en la capacidad propia; también, va aparejada con la autoaceptación y con no preocuparse por lo que otros piensan, así como con el optimismo. Por el otro lado, una autoestima baja comporta falta de confianza, deseo de ser o de parecer otra persona, preocupación permanente por lo que puedan pensar otros y pesimismo.

Vas a ver con un ejemplo en qué se diferencia de la autoeficacia ese concepto que acabamos de definir. Imagina que te invitan a un colegio a dar una conferencia para un grupo de pequeños de ocho años. Se trata de que los motives contándoles tu experiencia, lo que has hecho en la vida para que les sirva de inspiración. Te piden que confirmes que quieres ir. Si tu autoeficacia es escasa empezarás a darle vueltas al hecho de hablar delante de los niños, no tendrás claro si estás capacitado ni si puedes hacerlo bien. Tendrás miedo de encontrarte delante de un grupo de personas que esperan tu actuación y que presuponen en ti ciertas dotes. Por otro lado, si tu problema es de autoestima, no te plantearás el mero hecho de hablar en público, sino que irás más atrás y lo que te cuestionarás es si a los críos les vale la pena oír lo que tienes para contar, si tu experiencia es interesante y útil. No importa que tengas una carrera plagada de éxitos, que las cosas te vayan bien y que seas un auténtico fenómeno; tu cabeza no parará de dar vueltas acerca de si eres lo bastante importante para ellos y es posible que acabes sintiéndote mal pensando que la gente está siendo engañada cuando cree que puedes aportar algo de valor.

Por tanto, si lo que te falta es autoeficacia no es lo que piensas de ti mismo lo que te limita, sino la falta de confianza en cómo lo harás. Sin embargo, si lo que falla es la autoestima, el problema es más profundo, ya que deriva de la valoración que haces de ti mismo. Así pues, son conceptos distintos, pero está claro que están estrechamente relacionados, porque raramente existe uno sin otro. Si tienes la autoestima baja, es poco probable que tengas la confianza suficiente parar participar en la charla; y si lo que te falta es autoeficacia, lo más probable es que tu mente se llene de pensamientos que modifiquen tu percepción de la realidad y, por tanto, te lleven a estar decaído y con pocas ganas de emprender cualquier cosa que implique correr cierto riesgo. No obstante, para la construcción de la automotivación, que es lo que estamos tratando, es importante marcar una línea que los deje bien separados.