¿Cómo saber si estás ante un proyecto innovador?
Una de las características de la era en la que vivimos es la continua explosión de ideas e iniciativas. Casi todos tienen algo que decir o un plan para implementar en el terreno donde se desenvuelven. Los proyectos van y vienen y se retroalimentan unos con otros en una dinámica fluida, ágil y sin precedentes.
Sin embargo, eso no quiere decir que todas las ideas que circulan en el mercado sean innovadoras. Un proyecto innovador no sólo en función de su posicionamiento y su prestigio. Hacen falta otras cosas para definirlo en esos términos.
La innovación, recordemos, es algo más que la mera creatividad. Todos creamos algo cada día, en cada jornada, pero no por eso somos innovadores. Es decir, la creatividad es la sustancia de la innovación.
Elementos esenciales de cualquier proyecto innovador
De hecho, si nos remitimos específicamente al contexto empresarial, la innovación es el resultado de una estructura corporativa que promueve la gestación y el desarrollo de ideas capaces de transformar entornos.
O dicho de otra forma, este tipo de ideas no se logran de la noche a la mañana y tienen una serie de rasgos característicos que las diferencian de aquellas que sólo alcanzan la categoría de iniciativas o acciones puntuales. ¿Cuáles son esas características? ¿Cómo distinguir un proyecto innovador y otro que no lo es?
1) Generan un antes y un después en un mercado específico:
Las ideas innovadoras perduran y se convierten en referencia obligada en su sector. Tras su irrupción, nada vuelve a ser igual. Pero ojo, no nos referimos sólo al elemento económico. La huella que deja puede ser de cualquier tipo, incluso social o cultural.
2) Visibilizan un nicho hasta entonces inadvertido:
Otras veces su efecto no se siente en un área específica, sino que el producto, servicio o contenido tiene una cualidad disruptiva de tal grado que visibiliza un espectro en el que nadie había reparado antes. En esos casos, la idea suele abrir un nuevo camino para la producción y el mercado.
3) Tienen la capacidad de evolucionar con el paso del tiempo:
La innovación no es flor de un día. Si así fuese, no hablaríamos de un proyecto de estas características sino simplemente de una iniciativa de valor puntual. Lo innovador es sostenible, viable en el tiempo y, además, debe ser lo suficientemente flexible como para evolucionar ante las exigencias del propio contexto.
4) Cuentan con un alto grado de aceptación:
Por supuesto, un proyecto innovador también se define por la capacidad de acogida que tiene entre un público determinado. ¿Cuántas ideas en apariencia innovadoras no han gozado de la aceptación de los consumidores y, sin más, han desaparecido? Muchas. Cuando eso pasa, es un claro indicio de que algo falló en el diseño o la concepción, pues si una idea no genera un poder de convocatoria significativo, por más innovador que parezca no puede ser considerado como tal.
5) Generan beneficios para la marca que lo ejecuta:
Las empresas que invierten en innovación y desarrollo no lo hacen porque sí. Como es lógico, buscan un beneficio para la marca, que puede ser económico (la mayoría de las veces) o de cualquier otro tipo. Si un proyecto no tiene ninguna incidencia positiva en la trayectoria de una empresa, ¿cómo catalogarlo de innovador?