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Consejos para potenciar tu capacidad de liderazgo

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El liderazgo se construye día a día. Nunca hay un tope al que llegar; se es líder todos los días y a todas horas y por ello es necesario alimentar nuestra capacidad de liderazgo y las habilidades que la sustentan. La pregunta es: ¿cómo hacerlo?

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¿Se puede medir nuestra capacidad de liderazgo?

Como ya hemos dicho en otros post, la capacidad de liderazgo no sólo depende de factores como la oportuna distribución de roles y la delegación de responsabilidades a lo largo de un proceso. Es, antes que nada, una actitud que asumimos.

Somos más o menos líderes en la medida en que ponemos en práctica un conjunto de habilidades que nos ayudan a desarrollar una mirada integral de los procesos y, a la vez, nos sitúan como referentes de quienes nos rodean. En eso (y no tanto en los títulos que hayamos obtenido en nuestra trayectoria) se mide nuestra capacidad de liderazgo.

Capacidad de liderazgo, ¿cómo alimentarla?

¿Se puede alimentar nuestra capacidad de liderazgo? Sí, sin duda que sí. Basta con potenciar las habilidades que ya poseemos a la hora de ejercer dicho rol y aplicar unos cuantos consejos útiles, como por ejemplo los siguientes:

1. Dar ejemplo de lo que inculcamos:

Como la idea es reforzar nuestra imagen de líderes, ¿por qué no empezar por hacer aquello que inculcamos en los otros? No sólo es un asunto de coherencia; lo más importante es que nuestros equipos de trabajo vean que nos tomamos en serio lo que decimos. ¿Qué crees que pensarían de ti si les inculcaras una serie de valores que ni siquiera tú practicas en tu día a día?

2. Reducir las jerarquías:

El líder del siglo XXI se caracteriza por su cercanía con los hechos. Cuanto más cerca esté de las tareas previstas, más fuerza tendrá su rol entre sus equipos de trabajo. Ojo, no se trata de difuminar los márgenes de su rol; la idea es, por el contrario, mostrarse cercano y accesible para que los demás tengan una imagen más clara, dinámica y activa de su rol.

3. Acompañamiento a los procesos:

Los miembros de cualquier equipo valoran especialmente la disposición de sus líderes para acompañarles en la ejecución de las labores. Saben que la persona que les dirige está allí para resolver cualquier eventualidad que surja. En ciertos casos, oficia además como su formador o capacitador. Este acompañamiento es otra forma de potenciar nuestra capacidad de liderazgo.

4. Celebra los pequeños logros:

No se trata de hacer una fiesta por cada logro de tu equipo de trabajo, pero sí de reconocer el esfuerzo y la dedicación. A las personas nos gusta que nos digan que algo ha ido bien; es una forma de motivarnos para lo que vendrá después. De este modo proyectarás una imagen de líder comprensivo y preocupado por el rendimiento y el bienestar de sus colaboradores.

5. Confía y delega responsabilidades:

Al delegar acciones en terceros, confiamos en que estos llevarán a cabo lo que les hemos propuesto con responsabilidad y acierto. Este gesto, que parece tan cotidiano en ciertos contextos, tiene sin embargo un gran valor simbólico para aquellos en quienes hemos delegado dichas labores. Es una forma de decirles que les tenemos en cuenta y que confiamos en sus capacidades.

La capacidad de liderazgo se mide día a día a la hora de enfrentarnos a los retos que surgen en nuestro desempeño. De nosotros depende potenciarla.

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