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Criterios para elegir tu metodología de desarrollo de software

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Empecemos por aclarar que no existen metodologías buenas o malas. Todas son, en el fondo, bienintencionadas e intentan responder a problemas típicos de la gestión de proyectos. Sin embargo, sí que podemos señalar que algunas son más eficaces, ágiles y acordes con determinados contextos.

Ahí radica su principal diferencia. No es una cuestión del fabricante o del impacto que tenga en el mercado. Lo principal es su capacidad de respuesta.

¿Qué entendemos por metodología software?

Sin embargo, en este caso el término «capacidad de respuesta» se nos queda bastante corto. Es necesario profundizar en este aspecto para saber cómo debemos elegir una determinada herramienta software para cada proyecto.

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Si los proyectos son acciones y decisiones, las herramientas software aspiran a la integración, la coordinación y la organización de éstas.

Es decir, cada una de estas acciones y decisiones necesitan un estilo organizativo, un método. Para ello, resulta indispensable saber cuándo realizar una tarea, quién debe hacerlo, qué tareas le preceden, cuánto tiempo tardaremos e incluso qué tipo de documentación usaremos como apoyo.

Ojo, eso no quiere decir que una metodología software responda solamente a criterios personales. Es común que ocurra, pero no es lo ideal. Lo que debe existir es una especie de criterio común entre todos los integrantes de los equipos de trabajo, que son quienes finalmente llevan a cabo las tareas. Al líder del proyecto le corresponde, como mucho, liderar ese proceso de integración de criterios.

¿Cómo elegir mi metodología de desarrollo software?

Ahora bien, pongámonos manos a la obra. Imagina que estás a punto de emprender la gestión de un proyecto que conoces a la perfección, pero tienes la duda recurrente de cuál es la herramienta software que mejor se adapta a tus necesidades. ¿Por dónde empezar? Echa un vistazo a estas consideraciones:

  • Apuesta por una herramienta ágil. Es el punto de partida para la gestión de cualquier proyecto en el siglo XXI. Los procesos van deprisa, la información fluye como nunca antes y es necesario estar a la altura. Desde principios de los años 90 han surgido numerosas herramientas de gestión agrupadas bajo el rótulo de Ágile, las cuales han llenado los vacíos de los métodos tradicionales. La más conocida de ellas es la metodología Scrum.
  • Ten en cuenta que sea de fácil acceso para tu equipo de trabajo. Es decir, asegúrate de que tenga una pauta común y resulte lo suficientemente precisa y sencilla de usar. Si, por el contrario, es ambigua y tiene restricciones para su acceso, seguramente no es la más apropiada.
  • Fíjate en su grado de adaptabilidad. Como todo va deprisa, también es importante que mires el grado de adaptabilidad de la herramienta. ¿Seguirá vigente en los próximos años? ¿Te permite realizar los cambios que el contexto te exige? Es más, ¿te ofrece opciones innovadoras?
  • Analiza las necesidades del proyecto. Muchos proyectos fracasan al no ser compatibles con los software de gestión. ¿Por qué? Sencillo: la herramienta no puede dar respuesta a lo que el proyecto necesita. Antes de cualquier decisión al respecto, fíjate en que haya compatibilidad en ambos elementos.

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