¿Cuáles son los objetivos de la planificación fiscal?
La planificación fiscal es una metodología que muchas empresas ponen en marcha en el momento en que intervienen en el mercado internacional.
No es exclusiva de este contexto, por supuesto, pero sí que es una práctica a la que se ven abocadas no pocas empresas para, siempre dentro de la legislación vigente en cada país o región, mitigar los efectos de su carga tributaria.
Ojo, no se trata de buscar recursos y atajos para no asumir los pagos tributarios que le corresponden a cada empresa. De lo que se trata es, por el contrario, de planificar una serie de acciones que alivien la presión fiscal de las organizaciones y, al mismo tiempo, les permitan adaptarse a las exigencias propias de este terreno.
La planificación fiscal en las empresas
Una estrategia de planificación fiscal no es algo sencillo. En ella pueden influir todo tipo de elementos, desde la naturaleza de las inversiones, a la tributación de agentes no residentes, los convenios de doble tributación y otras claves fiscales tanto del país en el que opere una empresa como de mercados específicos.
Su objetivo primordial no es otro que encajar eficazmente la actividad de las empresas en el sistema de tributación en el que estas se desenvuelven. Para ello es necesario hacer un riguroso análisis de las normas fiscales y una actualización y revisión de los tratados y convenios internacionales vigentes al respecto.
No obstante, si precisamos aún más esto último, podemos afirmar que el grueso de las empresas que ponen en marcha una estrategia de planificación fiscal buscan engranar dos piezas que, inevitablemente, constituyen las dos caras de una misma moneda: una menor tributación y un mayor beneficio.
Objetivos de la planificación fiscal
Este concepto al que estamos haciendo referencia no guarda relación alguna con la evasión fiscal. La planificación actúa siempre dentro del margen de la legalidad, intentando conseguir una tributación que sea lo más beneficiosa posible para el contribuyente (en este caso para la empresa).
Para ello hay que analizar qué ingresos tiene la organización, cuáles son sus gastos y, en base a ello, tomar decisiones que ayuden a optimizar la carga fiscal.
Dado que la mayoría de los tributos son planificables, en la planificación fiscal la antelación es la clave. Muchos impuestos tienen carácter anual, esto da tiempo más que suficiente para examinar con detenimiento la situación financiera del negocio y decidir las acciones a llevar a cabo.
Consejos para una planificación fiscal acertada
Ahora que ya está claro en que esta planificación busca obtener una estimación de los efectos tributarios para una empresa en un contexto específico, lo siguiente pasa por mencionar algunas claves o recomendaciones generales que tú como directivo puedes poner en marcha para lograr los resultados esperados. Veamos:
- Tener clara la oferta y su respectiva cadena de valor, pues no siempre basta con realizar una estimación fiscal sobre el producto terminado; también es preciso incluir en la planificación los costes previos a su salida al mercado.
- Elegir una estructura societaria adecuada con los costes de producción, el modelo de financiación y los objetivos comerciales.
- Considerar opciones alternativas de financiación como, por ejemplo, el aporte de capitales o los préstamos a entidades crediticias.
- Estar al tanto de las consideraciones fiscales propias de cada contexto, país o región, sobre todo aquellas que tengan que ver con impuestos especiales, exenciones a los pagos, deducciones, desgravaciones y otra serie de beneficios otorgados dentro del marco de las normas y la legalidad vigente.