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El cálculo del EBITDA: qué es y por qué es clave para toma de decisiones

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En el mundo de la información financiera son muchas las ratios que se manejan para poder tomar decisiones con las que dirigir la empresa hacia un camino u otro. Sin duda, uno de los parámetros más importantes para tener bajo control es el EBITDA. Vamos a ver cómo realizar el cálculo del EBITDA de una forma sencilla.

¿Qué es el EBITDA?

Empecemos por definir EBITDA es el acrónimo del término inglés “Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization”, o lo que es lo mismo: beneficios antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones.

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Por tanto, muestra el resultado de la empresa sin considerar la parte financiera o fiscal, es decir, lo que gana o pierde una empresa teniendo en cuenta solo actividad de negocio.

¿Cómo se calcula el EBITDA?

Cualquiera puede calcular el EBITDA de una empresa con la información que aparece en la cuenta de Pérdidas y Ganancias de sus cuentas anuales. Como sabes, este estado financiero está dividido en diferentes apartados en función de la procedencia de los resultados:

  1. Resultado de explotación (EBIT)
  2. Resultado financiero
  3. Resultado antes de impuestos
  4. Resultado del ejercicio

Para realizar el cálculo del EBITDA tenemos que partir del resultado de explotación o EBIT (Earnings Before Interest and Taxes) y sumar las amortizaciones, depreciaciones y cualquier tipo de resultado extraordinario que se haya podido producir para que no desvirtúe el cálculo. Por tanto, la fórmula es sencilla:

EBITDA = EBIT + Amortizaciones + depreciaciones +/- Rdos extraordinarios

De esta forma, estamos eliminando del resultado de explotación el efecto que tienen las amortizaciones y depreciaciones de la estructura productiva y el impacto de los resultados extraordinarios. Dicho de otra manera, el EBITDA refleja la capacidad de generar beneficios de una empresa teniendo en cuanta sólo su capacidad productiva.

Por qué el cálculo del EBITDA es tan importante

El EBITDA indica el resultado de una empresa sin considerar aspectos de estructura, financieros ni tributarios. Por tanto, indica el beneficio o pérdida que genera un negocio por sí mismo con independencia de cómo se haya financiado o cómo se haya estructurado.

Si este indicador es positivo implica de, forma habitual, que el negocio es rentable lo cual es una buena noticia. No obstante, habrá que analizar junto con este indicador, el resultado final de ejercicio pues pueden darse estos casos:

  • El EBITDA es positivo y el resultado del ejercicio es negativo. Esta situación suele indicar que, pese a que el negocio tiene capacidad para generar beneficios, la estructura financiera de la empresa no es la óptima.
  • El EBITDA es positivo y el resultado del ejercicio es también positivo. Este caso es el ideal. No obstante, habrá que analizar cada tipo de resultado (de explotación, financiero o extraordinario) para seguir trabajando en optimizarlos.

Como vemos, aunque este indicador sea positivo, será clave gestionar las políticas financieras y fiscales para poder obtener un resultado final positivo.

Muchos analistas utilizan el EBITDA para comparar empresas del mismo sector o incluso con el EBITDA medio del sector. Así pueden comparar la rentabilidad de un negocio por sí mismo sin que esté sesgado por otras variables impositivas o financieras.

No obstante, para realizar un análisis financiero de una empresa es necesario tener en cuenta no sólo el EBITDA sino también analizar la estructura financiera y de apalancamiento de la empresa. La elección de una estructura financiera adecuada es clave para el éxito o fracaso de un proyecto. Como siempre, inversión y financiación son las dos caras de la misma moneda y no se puede descuidar ninguna.

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