El tamaño no importa
En el último post, hablamos de la importancia de adaptarse a los cambios. Hoy me gustaría hablar de un sector que ejemplifica de forma clara cómo nos adaptamos a los cambios que nos rodean, que llegan de forma inesperada sin que podamos controlarlos; es el de los teléfonos móviles. Seguro que si piensas en el primero que viste en tu vida te vendrá a la cabeza algo grande y difícil de transportar. Podría recordarte a un ladrillo con mucha carcasa y poca pantalla, por no decir que no tenía pantalla, y se necesitaba ilusión y fuerza para usarlo: ilusión porqué no siempre funcionaba y fuerza porque pesaba mucho. Pero tenemos que ir más atrás para hacer un pequeño recorrido histórico que servirá para entender muchas cosas.
Habrás visto la película Salvar al Soldado Ryan o alguna otra ambientada en la Segunda Guerra Mundial. En ellas aparecen los precursores de lo que hoy tenemos en nuestros bolsillos. Era un aparato llamado Handle Talkie H12-16, creado por Motorola, que permitía comunicarse vía ondas de radio. Los años pasaron y en 1955, Ericsson comercializó el Mobile Telephone System A (MTA), un teléfono al que llamaban móvil a pesar de que pesaba 40 kg. Tuvo 125 usuarios.
Con un «¿a qué no sabes desde dónde te llamo? Te llamo solo para saber si suena bien» se dio un salto cualitativo. Era la primera llamada desde un teléfono móvil y la hizo Martin Cooper, directivo de Motorola, a Joel Engel, directivo de Bell Labs de AT&T, su competidor. Era el 3 de abril de 1973 y el aparato medía lo mismo que un zapato. Una década y 100 millones de dólares más tarde, y con unas dimensiones de 33 × 4,5 × 8,9 cm, 800 g de peso y una autonomía de 60 minutos de conversación y 4000 dólares de precio aparecía el primer dispositivo que se comercializaba.
Desde aquel momento, la tendencia y la obsesión de los fabricantes fue reducir el tamaño. De aquellos teléfonos de la década de 1990 queda poco. Entonces los teclados y las pantallas se repartían el espacio en unos aparatos grandes que, poco a poco, se fueron haciendo cada vez más pequeños. En el dibujo queda reflejada esa evolución. ¿No habías tenido ningún aparato con una tapa deslizante? Nosotros, los consumidores, no elegíamos nada de los aparatos; nos lo encontrábamos y nos adaptábamos a lo que las marcas dictaban. Era un cambio exterior que asumíamos porque no quedaba más remedio.
El 9 de enero de 2007 todo cambió. Apple, después de revolucionar el mundo de la música con el iPod, presentó el primer terminal multitáctil con una pantalla de 3,5 pulgadas. Desaparecía el teclado y cambiaba un paradigma que había regido la industria durante casi 50 años. Desde entonces solo hace falta que mires tu terminal para saber hacia donde hemos ido. Lo que antes era una obligación, reducir el tamaño, hoy es un rasgo que hay que evitar. Más grande y más potente es el paradigma que se busca y que rige el mundo de la telefonía. ¿Qué ha pasado?
Pero lo que no cambia es que en ese juego los consumidores hemos dicho poco. Lo que ha ocurrido es un cambio en el modelo que hemos aceptado porque era el que se nos presentaba. La verdad es que nadie nos ha dejado elegir si queríamos pantallas más grandes o más pequeñas. Hoy en día, cuando vas a comprar un teléfono, o te adaptas o te quedas sin nada. Eso es reaccionar delante de un cambio inesperado. Tratamos de encontrar el lado bueno y sacarle el máximo rendimiento a lo que encontramos en el mercado. Esa misma actitud de adaptación es la que te ayudará a tratar con los problemas que se te presenten.