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La agilidad y la innovación son el binomio fundamental para el éxito

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Uno de los binomios más relevantes en el ámbito de la gestión empresarial es el que configuran la innovación y la agilidad. Este binomio configura, sin duda, uno de los paradigmas que se reiteran últimamente en cualquier evento en el que se hable de innovación. La innovación requiere de agilidad porque el que llega primero tiene muchos números de ser la opción preferente.

Dentro de este amplio universo se configura una galaxia en la que se desarrolla un proceso ágil para la innovación. Esta galaxia podemos decir que configura un marco conceptual en el que se pueden definir una serie de actividades o etapas a desarrollar que son:

Preparar: En esta etapa, que constituye el inicio de un proyecto de innovación, requiere que se establezca una versión básica del problema, de la idea o del sistema que queremos desarrollar. En muchas ocasiones consiste en dibujar un boceto de la solución, en construir con trozos de plastilina el problema o una posible solución del problema, pero también podemos usar lápices 3D que nos permitan ver lo que queremos considerar.

Recoger: En esta etapa se recoge toda aquella información, datos y conocimiento disponible. Para ello deberíamos usar las capacidades de búsqueda que tiene la red tanto en lo que se refiere al uso de buscadores generalistas como de buscadores especializados así como las fuentes documentales de las diversas publicaciones o de los repositorios de publicaciones. Y además podemos añadir todas las fuentes de datos abiertos que cada vez en mayor medida se pueden encontrar en la red. A esto también podemos añadir las diversas redes sociales así como sistemas que recogen y analizan datos de esas redes sociales en función de los criterios que establezcamos.

Relacionar: En esta etapa se debería utilizar la red de contactos, conocidos, de clientes, de proveedores para consultar sobre lo que queremos hacer. Aunque también es oportuno buscar entornos alejados de nuestro ámbito en los que plantear cuestiones abstractas o descontextualizadas de lo que queremos realizar para que desde esa perspectiva se puedan generar comentarios, indicaciones o líneas de desarrollo que puedan ser novedosas.

Crear: En esta etapa es cuando actúa la creatividad porque es donde se deben explorar, intuir y evaluar posibles soluciones. A partir de todo lo recogido y de las relaciones que se hayan podido establecer es el momento en que la creatividad de los diversos miembros del equipo de innovación debe empezar a actuar. Se deberían proponer soluciones orientadas a lo que pretendemos, aunque no debemos descartar a priori las propuestas que parecen alejadas de nuestro ámbito. Las metodologías creativas pueden tener diferentes perspectivas y dar lugar a propuestas disruptivas o incrementales pero es fundamental que estén focalizadas en dar respuesta a nuestros retos. Tener ideas pero que no sirvan en nuestro caso es una pérdida de tiempo.

Inventar: Es cuando se transforma una idea desde el espacio de la creación intangible para hacerlo aterrizar sobre un territorio conocido o para materializar esa idea en una opción viable. Hemos de ser conscientes que una invención es en lenguaje de Lean Startup un Producto Mínimo Viable. Es decir es cuando obtenemos algo que el equipo de proyecto pueda enseñar tanto interna como externamente. En muchos casos este “prototipo” es sobre el que los clientes pueden exponer lo que encuentran a faltar o lo que les sobra. Este producto mínimo viable es en muchos casos un vehículo para testear la validez de la propuesta.

Innovar: Cuando se transforma la invención en algo real y útil. Una vez la invención, el producto mínimo viable o el prototipo se han validado nos movemos a la fase de innovación. Es la fase en la que debemos transformar el prototipo en algo que no sólo tenga validez sino que además debe ser producible de forma industrial. La innovación es la etapa crítica en la que un proyecto pasa de “ser un invento” a convertirse en un producto. Aquí es donde muchos proyectos no consiguen dar el salto para convertirse en productos y en innovación.

Este proceso puede ser utilizado para proyectos de innovación de forma ágil si para cada una de las etapas establecemos procedimientos sencillos y efectivos que permitan pasar de una a otra etapa con velocidad. Pero además deberemos considerar procesos iterativos que nos permitan de forma ágil retroceder a una etapa anterior cuando algo no salga como se espera en una determinada etapa.

Hemos de tener en cuenta que hoy en día tenemos multitud de soluciones de bajo coste que nos permiten dar respuesta a las necesidades de cada una de las etapas. Así podemos citar herramientas colaborativas para equipos de trabajo que dotan a esos equipos de capacidades de ubicación distribuida con lo que no es necesario que estén físicamente juntos. La innovación requiere de agilidad para convertirse en innovación relevante y distintiva.