La clave de la innovación está en el ingenio basado en unos principios básicos
Una de las características más relevantes de la innovación es que deja en evidencia lo obsoleto, es como el niño que señala al emperador y grita “Está desnudo”. Con esta entrada los innovadores presentan sus productos y servicios como algo que cubre lo que hasta ese momento el líder del mercado no estaba cubriendo y de esta forma conseguir una difusión de sus propuestas que provoquen una solicitud masiva de los ansiosos clientes. Sin embargo puede ocurrir que el niño descubra la desnudez del emperador en una situación con poco público, con lo que consigue poca relevancia. Esta ausencia de suficiente público que permita alcanzar la masa crítica que provoque una reacción en cadena que dé lugar a la explosión de ventas que provoque el salto al éxito es uno de los principales motivos del fracaso de muchas “innovaciones”.
Y lo destacable es que estas innovaciones en muchos casos son realmente disruptivas, y solucionan de forma realmente efectiva los problemas para los que se habían planteado. Sin embargo no han superado el “valle de la muerte”, se han quedado en el camino. Pero a veces, el tiempo les da la razón aunque para ellas sea tarde. Y de ello puede aprender tanto el innovador que creyó en su solución como aquellos que quieren desarrollar nuevas soluciones a los problemas que van detectando.
Estos innovadores a menudo son emprendedores que con su esfuerzo personal transforman sus ideas creativas en realidades tangibles o intangibles en forma de productos o servicios que superan en calidad y “genialidad” a las innovaciones que comercializan grandes empresas porque el ingenio no depende del tamaño de una empresa sino de la persona que lo desarrolla. Pero no sólo en innovación el tamaño es irrelevante, también en el mundo financiero una persona sola con estudios de bachillerato es capaz de dejar en evidencia a grandes empresas de auditoria con licenciados de las más prestigiosas universidades y escuelas de negocios que olvidan los fundamentos básicos de los que les han enseñado. Este caso es un ejemplo extrapolable a la innovación para recordar que lo importante son los fundamentos sobre los que estamos trabajando y que muchas veces la solución consiste en ir a la raíz del problema y utilizar lo disponible fundamental para desarrollar la solución más efectiva.
La importancia del ingenio de una sola persona frente a los grandes grupos es el caso de Linus Torvalds que en 1991 desarrollo el kernel de Linux y que con el tiempo ha llegado a ser uno de los sistemas operativos más relevantes de la industria informática.
Estos ejemplos no son una justificación para la desaparición de los grupos de proyectos para la innovación sino lo que suponen es la necesidad de reflexionar es que a menudo el grupo puede actuar como freno o barrera a las innovaciones que cuestionan el statu quo.
Pero no sólo el grupo puede condicionar la innovación también lo pueden hacer las decisiones que se producen en las instituciones que definen los marcos en los que se mueven los sistemas económicos de los diferentes países en el mundo, tal como escribe en un reciente artículo Enrique Dans sobre la decisión del Parlamento Europeo sobre la neutralidad en la red cuya conclusión es ciertamente preocupante sobre la capacidad futura de Europa en ser líder en la innovación en el campo de Internet.
Ahora bien la esperanza es algo que no debería perderse y si uno repasa la historia de la innovación observará que los muros al final caen porque siempre el ser humano tiende a buscar cómo superar cualquier obstáculo que encuentre en su camino. Si los primeros exploradores se hubieran parado frente al primer rio sin ponerse a construir un puente, la humanidad no hubiera nunca enviado una nave más allá de los confines de nuestro sistema solar.
Si recordamos el principio de la Idealidad que explique en un post anterior y que se puede explicar cómo que las soluciones a los problemas tienden a orientarse hacia una Situación Final Ideal en la que se obtienen todos los Beneficios sin Costes, ni Daños. Lo que nos indica este principio es que alguien encontrará una innovación que desarrolle un sistema en el que los usuarios obtendrán más beneficios que costes y eso supondrá que se crearán los puentes que permitan superar las barreras que se hayan puesto en el camino.