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La idea es una condición necesaria pero no suficiente para la innovación

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La idea es la base de la innovación porque sin ideas no hay innovación. Pero una idea no se puede proteger legalmente mientras que su aplicación práctica sí mediante una patente, un modelo de utilidad o un diseño registrado. Si quieres proteger tus ideas solo hay una opción: no explicarlas a nadie. Pero si no las explicas no podrás tener un equipo para desarrollarlas, tendrás que hacerlo tú solo y así puede que consigas desarrollar una innovación pero también puede que no.

Si en cambio crees que necesitas difundir la idea para desarrollar una innovación entonces lo importante es que le pongas tu firma, es decir, que puedas mostrar y demostrar que eres su autor. Es decir que tu marca personal se asocie a esa idea, pero siendo consciente de lo que ello supone. Especialmente cuando tu idea es original y disruptiva.

Las ideas originales y disruptivas son difíciles de aceptar, y siempre generan resistencia. Muchos no la entienden y consideran que son una estupidez o una locura. Pero los grandes avances de la humanidad siempre fueron considerados una locura: que las ulceras estomacales fuesen provocadas por bacterias se consideró una estupidez.

Hay que ser conscientes que para que una idea original sea aceptada se requiere que seamos conscientes de que existen el tiempo, el esfuerzo y la resistencia.

  • Se necesita tiempo para que aquellos que son reacios a esas nuevas ideas puedan aceptarlas. Todas las ideas que se han enfrentado al statu quo han necesitado muchos años para que nadie las discutiera. Y lo mismo ocurre con las innovaciones radicales. Ninguna innovación radical al principio fue aceptada de forma masiva, sino que tuvo que caminar por el “Valle de la Muerte” hasta conseguir cruzarlo con vida para entonces empezar a ser considerada como algo útil de forma masiva. 
  • Deberemos hacer un esfuerzo para influir en aquellos que pueden apoyar y colaborar en esa nueva idea; deberemos trabajar para pulir las asperezas que esa nueva idea tiene al salir del molde de nuestra mente y hacerla una idea atractiva para los demás. El pasar a la acción no para convencer sino para hacer apostolado de esa futura innovación con lo que consigamos unos fervientes creyentes en ese nuevo paradigma que lo defiendan como lo haríamos nosotros porque no siempre podemos estar en todas partes.
  • Necesitaremos luchar contra la resistencia que esa idea tendrá tanto en el mercado pero especialmente en nuestra empresa o en el colectivo del que formemos parte. Es quizás esta última la resistencia más importante a la que se enfrenta una idea nueva, la oposición de aquellos que tienen que desarrollarla o divulgarla. Porque esta nueva idea les obliga a tener que olvidar (a desaprender) lo que ya sabían y aprender algo nuevo; y eso les fuerza a dejar su madriguera donde están cómodos haciendo lo que llevan años haciendo, lo que ya es una rutina conocida.

Para convertir una idea original en innovación y que además sea un éxito en el mercado curiosamente una de las estrategias que casi nunca funciona es describir una visión del mercado potencial al que dirigimos esa innovación; el motivo es simple porque ese mercado no existe. Y si no existe difícilmente podremos saber cómo se comporta. En cambio si nos ocupamos en que esa innovación tenga fuerza, es decir que aporte un valor sustancial al cliente entonces eso es un factor relevante. Si lo que desarrollamos lo hacemos con honestidad, es decir que ofrezca lo que dice su publicidad; muchos productos y servicios al final defraudan a sus compradores porque dan menos de lo que prometen, y una mala imagen de marca hoy en día es mucho más fácil que se difunda por las redes. Si lo que ofrecemos al cliente lo hemos hecho con sinceridad, es decir que hacemos lo que decimos que haremos con total transparencia; con ello el cliente es consciente que no le engañamos por lo que lo que obtiene es confianza en nuestra marca.

Las ideas para la innovación pueden surgir porque nos inspiramos en lo que ya existe en nuestra realidad, pero no es una copia sino una adaptación para ofrecer una respuesta a la pregunta que nos hemos hecho. En la historia de la innovación podemos encontrar muchos casos de inspiración como el caso del desodorante “roll-on” que se inspira en cómo funcionan los bolígrafos.

Ahora bien para ser innovadores de éxito no solo es suficiente con ser creativos debemos incorporar a nuestra maleta dos competencias fundamentales: vender y hablar en público. Por tanto si no las tenemos deberemos aprender a vender y aprender a hablar en público. Estas dos competencias considero que son fundamentales en la innovación.

En un momento u otro deberemos explicar a otros nuestras ideas y nuestra innovación, o sea deberemos hablar en público y presentar claramente nuestra propuesta. Para ello debemos saber expresarnos con claridad, tener preparado un mensaje y ser capaz de defender nuestra visión frente a aquellos que la vilipendian o la minusvaloran.

El hecho de explicar a otros para que colaboren, apoyen o compren nuestras ideas o innovaciones es en el fondo un acto de venta, es decir queremos que “compren” nuestra idea o innovación. Y eso hace que debamos conocer los principios y técnicas en que se basan las ventas pero también hemos de conocer los errores que se comenten en las “malas ventas”.

Sin ideas no hay innovación, pero para que haya innovación no es suficiente con una idea. Podemos decir que la idea es una condición necesaria pero no suficiente para la innovación.