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Los grandes éxitos de la innovación nacen de los pequeños fracasos

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Innovación

Cuando una empresa decide invertir en la innovación es habitual que cometa el error de querer llevar a cabo un proyecto importante como es desarrollar un nuevo producto o servicio, que sea un éxito en ventas y, además, de grandes beneficios.

Desafortunadamente esta situación casi nunca es así, es decir, el primer proyecto en innovación en la mayoría de los casos no alcanza el éxito. Esto es debido a que la innovación necesita de un tiempo de aprendizaje, de un periodo de ajuste de los elementos del sistema de innovación de la empresa, de un tiempo para que los que forman el “equipo de innovación” se conozcan y confíen entre ellos…

Es en la cohesión del equipo de innovación donde radica el éxito o el fracaso de los proyectos; aunque las personas que lo conforman se conozcan desde hace años en los proyectos de innovación se establecen otras situaciones y otros roles que hace que surjan liderazgos inesperados. A veces aquel que menos parece un innovador se convierte en el genio creativo que pone en marcha productos impensables o servicios sorprendentes.

Este es uno de los factores más imprevisibles cuando se crean equipos de innovación en los que se establece una confianza por parte de la dirección, se eliminan las jerarquías y se incentiva el liderazgo basado en la autoridad moral (auctoritas), en la autoridad del conocimiento. Este puede ser un conocimiento no tecnológico como es el de “saber lo que necesita el mercado”. Las personas que impulsan los equipos de innovación con una visión diferente especialmente dirigida a aportar soluciones diferenciales y, en cierta medida, transgresoras que hagan que los productos resultantes de los proyectos de innovación en que participan tengan claramente ventajas competitivas constituyen uno de los activos intangibles más valiosos.

La innovación es un barco que después de una travesía por mares inexplorados permite alcanzar las playas de las ventajas competitivas, se abre la puerta a un mundo en el que ser el primero da pie a escoger las mejores tierras y encontrar los filones de mayor valor.

Esta es una innovación en la que debemos:

  • Visualizar un futuro y moverse para hacerlo una realidad.
  • Intuir las oportunidades que ofrece aquello que nadie más ve.
  • Imaginar ideas y convertirlas en valor.

Para ello esta innovación necesita:

  • Tener una cultura que la incentive y la proteja.
  • Seleccionar y desarrollar a las personas con mentalidad innovadora.
  • Incorporar un proceso propio para la innovación que sea diferente de cualquier otro.
  • Llevar una “gestión de riesgo” de los proyectos de innovación.
  • Definir responsables y criterios para continuar o cancelar un proyecto de innovación.

Todos los puntos que se indican no se alcanzan de hoy para mañana, hemos de tener paciencia y darle su tiempo; pero sobre todo no debemos de cancelarlo todo ante los primeros fracasos, porque estos existirán mal que nos pese.

Dado que somos aprendices cuando una empresa empieza a innovar lo que debe hacerse es empezar con proyectos sencillos y de bajo coste, porque con ellos podremos aprender de nuestros errores en el proceso y así configurar un proceso más adecuado.

Si somos conscientes que tenemos que construir una cultura de innovación con una base de personas escogidas por su alineación con el objetivo, que además hemos de adoptar un nuevo proceso complejo y diferente para la innovación que requiere la creación y cohesión de sus equipos de innovación, etc.

Si tenemos en cuenta todo el cuadro no deberíamos empezar con el “gran viaje hacia las Indias” sino con pequeñas travesías empezando con puertos cercanos para en sucesivos viajes irnos alejando de la costa hasta que la tripulación del barco haya adquirido confianza, conocimiento entre ellos y el acople adecuado para poder llevar a cabo grandes travesías.

Esto es difícil, pero sobre todo requiere paciencia y visión a largo plazo, no se puede exigir el éxito en los primeros proyectos porque si no podremos crear al equipo una presión innecesaria que los aboque a un fracaso que haga que pierdan la confianza entre ellos y en la innovación. Es ciertamente un equilibrio difícil de mantener en una empresa, especialmente si se necesita conseguir nuevos productos que salven una delicada situación económica de la empresa.

Una empresa puede decidir considerar la innovación como una inversión o como un gasto. Si la considera un gasto apuesta a perdedor porque quiere un éxito rápido que no conseguirá, si la considera una inversión apuesta a ganador porque espera un retorno a medio o largo plazo.