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Más allá del deseo...

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metodología para conseguir los objetivos

"El punto de partida de todo logro es el deseo", dijo Napoleón Hill. A pesar de que esta es una gran frase, y desde mi punto de vista, prometimos en el anterior post hablar de algo que complementa al deseo para convertirlo en realidad: el plan hacia los objetivos. Los objetivos son aquello que nos lleva a alcanzar lo que nos proponemos, trabajando duro como hemos ido viendo. Su importancia es tal que, si no los tenemos bien definidos, sirven de poco y en momentos de vacilación se dejarán de lado.

Hoy propongo una mini metodología para conseguir los objetivos. Sobra decir que deberán ser SMART como vimos en el post: La Triple ‘A’ y el Triple Cambio, pero déjame hablar de dos estudios que demostraron su importancia:

El primero es de 1953 entre los estudiantes del último curso de MBA en la Universidad de Yale. Se les preguntó cuantos tenían una lista clara de objetivos. Sólo el 3% tenía una lista definida, escrita y priorizada. Un 13% tenía una vaga idea y un 83% no sabían nada, ni se lo habían planteado. 25 años después se comprobó que aquellos que habían conseguido el éxito (entendiendo por éxito haber cumplido las metas que se habían marcado en la vida) pertenecían al 3% que tenía objetivos.

En 1970 se repitió una experiencia similar en Harvard, también con estudiantes de MBA. Y los resultados, asombrosamente, fueron los mismos. El 3% que tenían unos objetivos claros habían triunfado, los demás no. Queda clara la relación entre objetivos y éxito, ¿no?

Si seguimos la teoría y establecemos correctamente los objetivos aumentaremos exponencialmente las probabilidades de conseguir lo que nos proponemos, de llegar al éxito. A pesar de todo es importante ser realista y consciente de que todo tiene un límite y no podemos conseguir todo lo que queremos.

metodología para conseguir los objetivos

Establecer los objetivos, además, permitirá:

  • Determinar una dirección única: alejarse del punto de salida para acercarse donde se quiere llegar
  • Focalizar: trabajar en lo importante descartando lo irrelevante para obtener el mayor rendimiento
  • Dosificar la energía: centrarse en las tareas críticas, que son las que facilitan el avance
  • Evitar los “ladrones de tiempo”: eliminar las tareas inútiles para optimizar el tiempo
  • Motivarse: tener los objetivos en mente y visualizarlos cada vez más cercanos es un acicate para su logro
  • Pequeñas cargas de satisfacción: son pequeñas victorias que motivan para llegar al objetivo final

Todo esto, a pesar de todo, no sirve de nada si no va acompañado de una buena planificación. Es importante, así, empezar desgranando los objetivos en unidades menores, presentando el problema que se quiere resolver en pequeños subproblemas de un tamaño atacable.

A cada subproblema es imprescindible darle una granularidad adecuada al plan de acción, dividiéndolo en, aproximadamente, cinco tareas, cada una con su fecha de finalización. Se debe empezar y cerrar cada proyecto, y para esto hay que añadir una tarea de “Inicio de proyecto” y otra de “Fin de proyecto”, a modo de ritual y empuje. Un plan de acción debería ser tal que así:

metodología para conseguir los objetivos
Plantilla de Plan de acción
 
Se debe tener en cuenta que el éxito del proyecto va directamente relacionado con la relación que cada tarea tenga con el objetivo final, a nivel de contenido y a nivel de priorización. Es por este motivo que, a parte de tener un listado se debe saber planificar atendiendo su criticidad:
  • Críticas: esenciales para el éxito, las relacionadas con el objetivo final
  • Intermedias: llamadas facilitadoras, tareas intermedias para llegar a la meta
  • Deseables: aportan valor pero no son necesarias para conseguir el objetivo
  • Prescindibles: aquellas que no pasa nada si las eliminamos

La lista de objetivos calendarizados y priorizados ya es ejecutable, pero una buena monitorización y seguimiento facilitará los cambios, el control y las mejoras del plan que ayudarán a alcanzar el éxito.