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Motivación extrínseca, concepto y fases de desarrollo

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A lo largo de la vida hay distintas fuerzas que nos acompañan y que ayudan a que desarrollemos nuestras actividades de una manera exitosa. La motivación es una de ellas y resulta clave para que los humanos cumplan sus objetivos y se realicen tanto de manera profesional como personal. Tal y como muchos expertos indican, la motivación es el espíritu de progreso, la fuerza que nos mueve y que nos ayuda a llegar lejos y superar nuestros límites. Y aunque en ocasiones se desconoce, existen dos tipos: motivación extrínseca y motivación intrínseca.

¿Qué entendemos como motivación extrínseca?

Toda motivación extrínseca hace referencia a aquella que viene en forma de recompensas, premios o elementos que se obtienen de una manera externa a la actividad directa que estamos realizando. Se trata de un tipo de motivación que no resulta beneficiosa a largo plazo, dado que está comprobado que esta produce en la mayor parte de los casos una reducción en el nivel de rendimiento de quien depende de ella.

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Hay buenos ejemplos que nos permiten entender con facilidad a qué nos referimos cuando hablamos de este tipo de motivación. Uno de ellos es el que nos corresponde a todos: el salario por el trabajo que realizamos. Pensar en cobrar nuestro salario mensualmente nos motiva para trabajar y lo hace de una manera extrínseca, dado que el salario es global y no se corresponde exactamente con realizar una tarea concreta. Esto implica que ese factor motivacional es externo a nuestra tarea y que puede depender de factores externos, no teniendo la persona en cuestión control sobre ello.

Para quienes todavía no trabajan y todavía están estudiando también hay un ejemplo de motivación extrínseca, en este caso el tipo de regalos o recompensas que los padres les dan a sus hijos cuando sacan buenas notas. Si bien se suele pensar que la motivación extrínseca siempre es materialista, lo cierto es que no siempre es así, dado que esperar recibir el aplauso de otras personas también encaja en este mismo grupo. Cuando un niño limpia su habitación y espera que su madre le felicite por el esfuerzo que ha realizado estamos hablando de motivación extrínseca.

Desarrollo de la motivación extrínseca

Tanto en los casos en los que la motivación extrínseca se recibe como algo positivo como cuando ocurre todo lo contrario y es un factor negativo, se produce una misma cadena de acontecimientos a modo de desarrollo. Estas fases de la motivación extrínseca son muy flexibles y puede darse el caso de que algunas personas no comiencen en el inicio, sino que lo hagan a medio camino, por lo que no se debe entender a rajatabla como una obligatoriedad.

Cuando comenzamos apoyándonos en la motivación externa lo hacemos sin control, trabajando o moviéndonos solo con esa idea en mente y ese desenlace que perseguimos desesperadamente. Ese tipo de situación puede madurar y germinar en que la motivación llegue a ser de una fase introyectada. En este caso lo que estará sintiendo el individuo será una motivación interna que afectará a su autoestima y que hará que se sienta mejor cuando cumpla su meta. El estado es más favorable que en el caso anterior, pero todavía no hay control sobre lo que se está haciendo y su recompensa.

Si la persona consigue ordenar sus prioridades y objetivos se encontrará con que tendrá una motivación que estará regulada y lo que signiificará que tendrá más control sobre las decisiones que tome. No habrá tanta obsesión para llegar al objetivo final y no se tomarán malas decisiones para hacerlo, sino que todo será más calculado y favorecedor. Al final, cuando la motivación extrínseca comienza a apagarse es cuando se produce la integración de esta motivación y el efecto es cercano al de la motivación intrínseca. Actuamos con menos impulso por el mero objetivo de obtener esa recompensa y comenzamos a sentir que llevamos a cabo una acción no solo para conseguir ese premio.

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