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Nuevas metodologías para la innovación: sencillas y visuales

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La innovación es un proceso continuo que requiere el uso de metodologías. En los últimos años se ha producido una muy interesante tendencia en este aspecto, que se ha basado en simplificar las metodologías y en la utilización de elementos visuales, en aras de incorporar una visión de innovación ágil basada en una interpretación “sui generis” de los principios del Manifiesto Ágil.

Así, hemos visto como en el ámbito del desarrollo de modelos de negocio el Business Model Canvas, de Alex Osterwalder, supuso una novedosa alternativa para describir la “idea de negocio”, explicada en su colaborativo libro “Generación de modelos de negocio”, que ha marcado tendencia de tal manera que ya no hay jornada de innovación o emprenduría en la que no aparezca; e incluso existe una aplicación para iPad que facilita su uso.

Además, este libro introdujo un nuevo modelo de actuación que innovó, en un sector como el editorial, de una forma que ha marcado tendencia. El proceso, desde su gestación pasando por su elaboración y acabando en la publicación, implicó utilizar la co-creación y la suscripción al proceso de creación que permitió obtener recursos suficientes para la autopublicación. Lo cual fue su mejor “tarjeta de visita” para justificar la validez del modelo.

Asimismo Eric Ries desarrolló el método “Lean Startup” que utiliza la innovación continua como base, y que tiene sus raíces en el libro “The Four Steps to the Epiphany”. Su autor Steve Blank fue contratado por la National Science Foundation para formar a los integrantes de los nuevos Cuerpos de Innovación (I-Corps) en una relevante iniciativa público-privada para valorizar la Ciencia. Lo sorprendente de su selección es que la NSF contacto con Blank a raíz de leer en su blog como lo aplicaba en sus clases y lo contrataron pese a que no era “uno de los nuestros”.  Un caso más de una meritocracia en la que no importa la procedencia sino que importa es quién aporta valor, y que no se va a perder el tiempo en intentar copiarlo mal para utilizarlo sino que se contrata al original.

Posteriormente se concibió una sugestiva propuesta que fusiona los modelos de Osterwalder y Ries denominada, para que no haya dudas, Lean Canvas; y cuya utilidad se explica en este vídeo.

Todas estas metodologías pretenden ayudar a los innovadores tanto en la fase de descripción de sus ideas como en la de su validación en la práctica, es decir, en el mundo real.

En paralelo también se han desarrollado otras metodologías para ayudar a los equipos de innovación a mejorar su comunicación, con los objetivos de aumentar su creatividad y la colaboración entre sus miembros, especialmente cuando son pluridisciplinares y multidepartamentales. Así ha resurgido el uso de técnicas basadas en la visualización, es decir, en el uso de elementos icónicos y gráficos o lo que algunos denominan Visual Thinking, y que se concreta en “Tu mundo en una servilleta” cuya segunda parte “Unfolding the Napkin” es de índole más práctica. También es interesante lo que se expone en “Pensamiento Visual”, que pretende “potenciar la innovación en equipos” mediante el uso de herramientas visuales.

Estas metodologías, como podríamos intuir, pretenden utilizar los elementos visuales como herramienta de comunicación. Esto supone una ventaja frente al uso de la palabra ya que los dibujos son más universales que las palabras. Es frecuente que una misma palabra tenga diferentes interpretaciones especialmente cuando es entre personas de diferentes países con una lengua materna común, o de lengua materna diferente pero que se comunican con una aprendida. En cambio los símbolos tienen menos interpretaciones, incluso se puede crear un lenguaje de símbolos  propio que sea “el código del equipo”.

En esta línea de trabajo de “simplificación y herramientas visuales para la innovación” el último desarrollo práctico de la “Factoría Osterwalder” es el Lienzo de la Propuesta de Valor (Value Proposition Canvas) que incide en un elemento fundamental a la hora de decidir innovar, y es que: “hemos de conocer que problemas son importantes para nuestros clientes, y por los que está dispuesto a pagar si les ofrecemos una solución”. Esta metodología tiene, en mi opinión, la ventaja que ayuda a descartar proyectos que, pueden ser revolucionarios, pero para los que no haya clientes que quieran comprar sus resultados. Lo cual es fundamental de tener en cuenta cuando los recursos son escasos.

Y, para los que quieran saber más ya está en proceso el nuevo libro que, como es habitual en sus autores, explicará su metodología de forma clara. Su título “How to Make Stuff People Want”, es decir, “Cómo hacer cosas que la gente quiere”, ya hace prever que será un nuevo éxito de ventas.