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Sin un mapa, la gestión de la tecnología de una empresa se convierte en una lotería

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La tecnología es una de las nuevas categorías del nuevo blog de OBS Business School con el que se pretende ofrecer a la comunidad de OBS Business School un entorno de formación continuada de amplio espectro.  

Todos somos conscientes que la tecnología es un elemento que hoy en día es indisociable tanto de nuestra vida profesional como de los otros ámbitos que constituyen nuestra vida (vida familiar, vida social, ...). Especialmente a nivel profesional nos podemos encontrar con que hemos de ser responsables de la gestión de la tecnología en nuestra organización y, especialmente, de dar soporte a las decisiones sobre las tecnologías que hay que mantener, eliminar o incorporar. Para ello deberíamos entender que significa gestionar la tecnología y cuál podría ser la metodología que defina ese proceso en nuestra organización.  

Una de las definiciones de gestión de la tecnología que de forma recurrente ha sido más citada a lo largo de los años es la que hicieron en 1987 un grupo de expertos del US National Research Council en el documento titulado Management of Technology: The Hidden Competitive Advantage donde exponían que: “la Gestión de la Tecnología enlaza las disciplinas de la Ingeniería, la Ciencia y la Gestión para planificar, desarrollar e implementar las capacidades tecnológicas de una organización para dar forma y lograr sus objetivos estratégicos y operativos”. 

Para ello describieron los cinco elementos clave de la gestión de la tecnología: 

  1. La identificación y la evaluación de las opciones tecnológicas. 
  2. La Gestión de la I+D y la determinación de la viabilidad del proyecto. 
  3. La integración de las tecnologías en las actividades de la organización. 
  4. La implementación de nuevas tecnologías en productos y/o servicios. 
  5. La obsolescencia y la sustitución de la tecnología. 

A partir de esta visión a lo largo de los años se han ido desarrollando otros marcos conceptuales que tenían como base fundacional ese documento. Uno de estos marcos es el que describió M.J. Gregory en la publicación de 1995 titulada Technology Management: A Process Approach. En este documento planteaba algunas de las inquietudes que se producían en las empresas que desarrollaban o incorporaban tecnologías cuando se daban cuenta de la falta de comprensión de las relaciones entre estas y las necesidades del negocio. Dando lugar a dramáticas situaciones en las que se evidenciaba como las tecnologías que se habían instalado no servían a las verdaderas necesidades del negocio provocando conflictos entre áreas debido a una inadecuada implementación en los procesos. A menudo las decisiones de incorporar tecnologías en la empresa las realizaban los directivos de alto nivel, sin ningún conocimiento previo, pero que eran asesorados de forma poco transparente o bien querían tener lo mismo que la competencia para no ser menos. Y, aunque parezca mentira, esta forma de decidir las inversiones tecnológicas aún se da hoy en día en algunas empresas cuando se ponen de moda determinadas tecnologías sea el Big Data, la industria 4.0 o el Blockchain. 

Para ayudar a una toma de decisiones objetiva y una mejor comprensión de lo que supone la tecnología en una empresa Gregory desarrolló un modelo en el que describía las cinco actividades o subprocesos claves a considerar en un proceso de gestión de la tecnología, que son: 
 

  1. Identificación: Cualquier organización debería tener conocimiento de cuáles son las tecnologías más importantes en la actualidad para el negocio y cuáles pueden serlo en el futuro. La importancia de una tecnología para una empresa no tiene que ver con el grado de novedad, o con lo disruptiva que sea, sino con el potencial de sincronía con las estrategias establecidas para la empresa. Se pueden crear océanos azules reformulando la forma como se utilizan tecnologías maduras.   
  2. Selección: Con el conocimiento de la actividad anterior deberemos escoger aquellas tecnologías que deberán ser apoyadas y promovidas en la organización. Los criterios a la hora de escoger las tecnologías deben incorporar tanto elementos objetivos como subjetivos teniendo en cuenta especialmente la estrategia a medio y largo plazo. En muchas ocasiones el desarrollo y plena comprensión de una nueva tecnología requiere de años, y eso hace que su elección deba estar en consonancia con la estrategia que se ha previsto para cuando sea de aplicación. 
  3. ​​​​​​​Adquisición: En este subproceso no solo se determinan los recursos necesarios para la adquisición de las tecnologías escogidas sino como se van a incorporar a la organización. Aquí hay que tener en cuenta que podemos tener dos tipos de adquisiciones: internas y externas. Las internas se producen cuando decidimos invertir en “I+D” y sus resultados se van a incorporar a los productos o a los procesos de la empresa. Las externan se producen cuando decidimos comprar tecnología a terceros, o adquirir licencias para el uso de tecnologías de terceros en el desarrollo de nuevos productos. 
  4. ​​​​​​​​​​​​​​Explotación: Esta actividad es la que transforma el conocimiento y la tecnología en productos, sean estos bienes o servicios, que den respuesta a las necesidades de los clientes. Este es el objetivo principal de la gestión de la tecnología obtener las fuentes de ingresos de la organización.   
  5. ​​​​​​​Protección: Esta actividad que a menudo no se tiene en cuenta en muchas empresas debe orientarse a proteger los conocimientos y la experiencia que permiten desarrollar, fabricar y comercializar los productos de la empresa. Para ello podemos considerar los habituales instrumentos de protección de la propiedad intelectual e industrial, o bien incorporar elementos que doten a los productos de funcionalidades que protejan los conocimientos tecnológicos que incorporan. 

Cualquier organización debe tener un mapa de gestión de la tecnología, adaptado a sus circunstancias y posibilidades. Sin ese mapa las decisiones sobre las tecnologías a mantener, descartar o incorporar en la organización serán una lotería.