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Tres errores comunes al aplicar el Cuadro de Mando Integral

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El Cuadro de Mando Integral (CMI) es una herramienta bastante extendida entre los gerentes y altos directivos, quienes la usan principalmente para medir la evolución de estrategias, objetivos y tareas en períodos determinados.

La herramienta ayuda a visualizar acciones concretas con el fin de que los responsables de los proyectos tomen las decisiones más adecuadas y corrijan fallos en cualquiera de las etapas de los ciclos productivos.

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Cuadro de Mando Integral: fallos de implementación

Pese a que el Cuadro de Mando Integral es un modelo que se puede implementar en cualquier tipo de organización, su aplicación y adecuación no están exentas de fallos o limitaciones. Dichos fallos pueden tener causas diversas, aunque por lo general los tres más recurrentes son los que mencionamos a continuación:

1. Definir los indicadores de evaluación del rendimiento antes que el diseño y la elaboración del CMI:

El Cuadro de Mando Integral ayuda a identificar los indicadores de evaluación más pertinentes para cada empresa; lo contrario sería como pretender evaluar algo que desconocemos. Es decir, ¿cómo podemos medir algo sin siquiera saber lo que es realmente? El CMI aporta información valiosa en ese sentido. Cuando hacemos caso omiso de ello, la consecuencia inmediata es la aparición de una serie de indicadores poco útiles para los objetivos de la empresa así como la dificultad para hallar los puntos críticos de cada proceso.

2. Carecer de mecanismos y recursos para resolver los conflictos que puedan surgir durante la implementación de un CMI:

El Cuadro de Mando Integral es una herramienta para medir la evolución de tareas, no para solucionar fallos. Suministra información valiosa en ese sentido pero es necesario interpretarla adecuadamente para sacarle el mayor provecho posible. ¿Qué logramos identificando los puntos críticos de un ciclo productivo si no disponemos de los recursos suficientes para corregirlos o mejorarlos? La implementación de un CMI obliga a trabajar en los dos frentes.

3. Definir demasiados indicadores de evaluación:

Es un fenómeno conocido como hiperinflación de indicadores. Lo más normal es que en una primera fase de definición haya más de 12 indicadores, los cuales van disminuyendo según se focalizan los objetivos. Sin embargo, en algunos casos ocurre lo contrario: su número sigue creciendo exponencialmente hasta el punto de que puede haber cuatro o cinco por cada elemento. Esto no sólo hace más difícil la labor de medición en sí misma, sino que provocan que el proceso se haga más complejo de lo que debería. Recordemos que el CMI es un recurso para lograr justamente lo contrario: simplificar lo complejo.

Transparencia, valor supremo al aplicar un CMI

Además de lo relacionado con los indicadores de evaluación, la implementación de un Cuadro de Mando Integral requiere un alto grado de transparencia por parte de todos los integrantes de la organización, especialmente los altos mandos.

Sin transparencia no hay posibilidad de éxito. La evaluación debe ser rigurosa para que la información con la que vamos a diseñar los correctivos y las mejores sea, a su vez, fidedigna y útil. De lo contrario, será como evaluar algo que carece de sustento real.

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