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Cómo conseguir una actitud positiva

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No se consigue una actitud positiva chascando los dedos ni deseándolo con fuerza. Como todo lo que vale la pena, requiere perseverancia y paciencia para conseguir resultados firmes y duraderos. Te propongo unos pasos que te ayudarán a avanzar.

  • Piensa que no tienes nada que perder, así que, aunque el objetivo que te marques parezca muy extraño, dale una oportunidad. Pensar en lo que se quiere ayuda a que ocurra.
  • No te dejes influir por lo que te digan los demás y menos si saben que pueden hacerte cambiar de opinión.
  • Imagina las situaciones positivas y beneficiosas. Para hacerlo tienes un arma espectacular: tu imaginación.
  • Sonríe; eso siempre ayuda a tener una actitud positiva.
  • El vocabulario desempeña un papel importante. ¿Cómo usarlo? Selecciona bien las palabras al hablar con los demás y también si tu interlocutor eres tú mismo. Destierra las palabras negativas.
  • Cada vez que tengas una pensamiento negativo, toma conciencia de él y, a continuación, substitúyelo por otro constructivo que le de la vuelta. Puede ocurrir que el negativo vuelva a parecer. No importa: tú también puedes repetir el proceso y darle la vuelta, tantas veces como haga falta. La persistencia le enseña a tu mente a pensar de forma positiva.
  • Si ves que no puedes dejar de lado los pensamientos negativos, no tires la toalla. Sigue buscando los pensamientos positivos y felices en tu mente.
  • Deja de lado las circunstancias que te rodean. La clave está en pensar positivamente y esperar solo situaciones y resultados favorables. Si eres constante, tu mente cambiará la forma de funcionar. Puede pasar tiempo, pero lo conseguirás.

Llegar a tener una actitud positiva no es, por tanto, cuestión de magia; al contrario, es una mezcla de ingredientes básicos que no cuestan dinero y que tienes al alcance de tu mano. Es energía, sin la que no tendrás fuerza para hacer nada; es pasión, el deseo de que pase lo que quieres y ansias; es voluntad, ya que nadie ha dicho que sea fácil; y es, muy importante, cabeza, raciocinio, reflexión. Sin este último elemento no se llega a ningún lado.

¡Cuidado que la positividad no es ingenuidad! Uno de los riesgos de trabajar para conseguir una actitud positiva es caer en el optimismo ingenuo. De hecho, es fácil pensar que perseguir la positividad es incompatible con no sonreír y con decir que algo es malo para nosotros. Te equivocarías si de este capítulo extraes la conclusión de que siempre debes verlo todo de color de rosa y olvidarte de lo que pasa a tu alrededor, porque ser optimista, ¡atención!, puede no llevarte a la felicidad.

Al buscar una actitud positiva hay que evitar el exceso de motivación para no caer en la frustración. El mecanismo de seguridad que nos protege es el autoconocimiento, que vuelve a aparecer para darnos a conocer nuestros límites. Una persona que es consciente de sus límites llevará su actitud positiva hasta el punto en el que sabe que puede controlarla y donde puede aprovechar todo lo que le aporta. Sin embargo, el que no sabe ponerse límites corre el riesgo de tener una mala experiencia al final del camino.

En los últimos años han aparecido varios autores defensores de poner límites a la actitud positiva para evitar esas situaciones de descontrol ingenuo. Eric G. Wilson, autor de Contra la felicidad. En defensa de la melancolía, propugna que la tristeza ha hecho también avanzar nuestra sociedad, y que «fue el cavernícola melancólico y retraído que se quedaba atrás y meditaba, mientras sus felices y musculosos compañeros cazaban la cena, quien hizo avanzar la cultura».  Esta teoría concuerda con la de la escritora Susan Sontag, que en su libro La enfermedad y sus metáforas, en el que relata su experiencia con el cáncer, denuncia la impotencia que le provocaba la gente que le decía que si curaba su mente se podría curar y que le empujaba a esconder la rabia y la ira.

En situaciones de enfermedad u otros padecimientos, cobra gran importancia cómo nos adaptamos y reaccionamos ante los estímulos que recibimos. En una época como la que estamos no es extraño que nos digan que comprando esto o aquello seremos más felices, o que si hacemos algo concreto ocurrirá un hecho determinado. Es crucial, entonces, no confundir la actitud positiva con la credulidad sin cuestionamientos y cobra gran importancia ser consciente de la realidad que nos rodea para no buscar una falsa felicidad que nunca podremos alcanzar.

Sea como sea, al buscar la actitud positiva hay que evitar perder el norte y tratar de forzarnos a ser más felices de lo que podemos ser. Quizás una forma de conjurar ese peligro es darle, aunque parezca contradictorio, un espacio a la infelicidad, concentrarla en un momento concreto para así liberar la mente el resto del tiempo.