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El “Design Thinking” y el Project Management

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Se reconoce desde hace tiempo que los enfoques estándar para la gestión de proyectos se encuentran dificultades para abordar los cambios en el entorno de negocio, o las necesidades del mercado, especialmente en contextos innovadores, caracterizados por la incertidumbre y la complejidad.

En este contexto uno se puede preguntar qué se puede extraer de técnicas novedosas como el Design Thinking, aplicado a Project Management. El Design Thinking se considera una evolución reciente en el campo del diseño, que puede hacer algunas contribuciones importantes a la gestión de proyectos. Los profesionales y la academia han destacado el Design Thinking como una metodología novedosa que es potencialmente valiosa para mejorar los resultados innovadores, ya sean productos, servicios o estrategias.

En efecto, el Design Thinking ha sido destacado en muchas publicaciones como una metodología novedosa y una práctica potencialmente valiosa para mejorar los resultados de innovación. Se trata de un proceso estructurado de exploración de problemas “mal definidos”. Según Lockwood (2009), es "un proceso de innovación centrado en el ser humano que enfatiza la observación, la colaboración, el aprendizaje rápido, la visualización de ideas, la creación rápida de prototipos de conceptos y el análisis concurrente de negocio".

Actualmente se encuentra poca mención en la literatura de Project Management sobre el tema, con contadas publicaciones como la expuesta por Eva Dijksterhuis y Gilbert Silvius en “The Design Thinking Approach To Projects” (PM World Journal, Vol. V, Issue VI – June 2016). En ese estudio se intenta contribuir al “eslabón perdido” entre Project Management y Design Thinking, mencionando la relación que tiene con conceptos Agile, con la propia gestión de la incertidumbre en los proyectos, con las técnicas de “problem setting”, o incluso la teoría del caos.

En el artículo constatan que una de las características clave en Design Thinking es la capacidad de crear marcos y de replantear una situación problemática de modos nuevos e interesantes. Este 'replanteamiento' del problema y sus restricciones contrasta con un enfoque analítico-racional, que es dominante en Project Management, en el cual un proyecto generalmente empieza con el Project Manager recibiendo la asignación por parte del sponsor. Así pues se establecen las bases para comparar Design Thinking con la aproximación analítica tradicional, pero no se aborda el tema desde el punto de vista empírico o experimental.

En otros estudios, como el de Lindsay Scott de 2016, se plantea que las tecnologías de la información, la estrategia y el desarrollo de productos se han considerado históricamente innovaciones. Hoy en día, las organizaciones inteligentes fomentan la innovación en todos los niveles, lo que significa que todos los participantes deben ver lo que hacen y preguntar cómo pueden iterar e innovar, incluso a pequeña escala. Ocurre cuando buscamos oportunidades para obtener más comentarios de los clientes, u observamos cómo usan nuestros productos y servicios. Obtener ideas mediante prototipos rápidos y probar ideas antes de desarrollar planes extensos es otra forma de innovar, aprender de los errores, y mejorar. Continuar desarrollando y fomentando un entorno en el que las personas puedan poner en duda las cosas que siempre se han hecho de cierta manera, y asumir riesgos para cambiar. Esta es pues la principal contribución esperada por la autora en cuanto a Design Thinking en Project Management.

En cualquier caso, vemos que se trata de un campo muy abierto en el que, sin duda, aparecerán estudios e investigaciones ya desde un punto de vista experimental, con hipótesis y modelos validadas con datos. ¡Os animamos a aportar vuestras contribuciones a este interesante nuevo campo en Project Management!