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La Creatividad será la competencia más buscada

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¿Se puede aprender a ser creativo? 

Durante décadas “la creatividad” fue un significante del que se había apropiado el sector publicitario o que le fue otorgado, no lo sé. Pero sí sé que la posición de “Director Creativo” sólo se encontraba en los organigramas de las Agencias de Publicidad.   

Esto nos hizo creer que todos los demás directores de cualquier área y sector de actividad, podían ser unos genios en su especialidad… pero “creativos” no. Y esta lógica se trasladó a todas las funciones de la organización. Varias generaciones la aceptamos, como una especie de verdad universal. De hecho, muchos de nosotros deseábamos tener “esa chispa creativa” que tanto admirábamos en pintores, músicos, y también en ese genio publicitario capaz de escribir un Slogan que todo el mundo repetía.   

Sin embargo, en las entrevistas de trabajo, nos definíamos como personas ingeniosas, imaginativas, originales o singulares. Pero, creativas, no.   

Hasta que los avances tecnológicos (wi fi, 4G, smatrphones y plataformas sociales) nos abrieron un mundo paralelo: el mundo digital. Esto obligó a las empresas a repensar sus modelos de negocio, algo que no podía resolver la agencia de publicidad.  

Así, herramientas como el Design Thinking que tiene su origen en los años 70, empezaron a cobrar notoriedad a finales de la primera década del 2000, porque mediante un proceso sistémico y sin tener un genio creativo en la organización, un equipo de trabajo multidisciplinar podía generar ideas novedosas y originales, para lograr una mejora, un cambio o eso que hoy llamamos innovación.  

Es decir, que cuando hubo que encontrar soluciones porque el mundo de los negocios estaba cambiando rápidamente, los supiéramos o no, todos estábamos dejando aflorar nuestra creatividad, compartiendo ideas (brainstorming), averiguando si eran útiles (prototipando y testeando) y arriesgándonos a probar y apostar por una solución posible.  

Hoy muchos profesionales y muchas organizaciones conocen y utilizan el Design Thinking como una herramienta eficiente y efectiva para resolver problemas o encontrar soluciones de la forma más ágil, rápida y económica. Y si bien todavía el Design Thinking se asocia casi exclusivamente a la “innovación”, lo cierto es que, para llegar a la instancia “innovación, que sería la implementación de ideas novedosas”, antes tuvimos que atravesar por un proceso “creativo” para generar esas ideas.  

¿Cómo definiríamos hoy la creatividad?  

Podríamos decir que, en su sentido más amplio, es la capacidad o habilidad para resolver problemas o encontrar soluciones. Finalmente, el famoso Slogan del Director Creativo, no es algo en sí mismo, sino un elemento que permite resolver un problema como captar la atención de una audiencia determinada para dar a conocer una marca, un producto o un servicio.  

Al ampliar la definición, destruimos el mito sobre el ser o no ser creativo y democratizamos el uso del término, porque está claro que todos, somos intrínsecamente creativos, dado que es un rasgo inherente a la condición humana. Pero como toda competencia o habilidad, ¡hay que entrenarla!  

En los últimos 10 años se han escrito cientos de libros sobre cómo despertar y entrenar la creatividad. Pero antes de buscar recetas, primero hay que reconocer ese rasgo en uno mismo.  

Basta con hacer una lista de situaciones en las que nos enfrentamos a un problema y encontramos la manera de solucionarlo sin morir en el intento: la rotura de un caño de agua, perder un vuelo, olvidarnos la billetera en casa o pinchar un domingo de madrugada en una carretera solitaria y sin luz. Decimos que “nos las ingeniamos”. Pues eso es creatividad.  

Cómo trabajar el ingenio en las empresas

Y para que ésta fluya dentro de las empresas hay que derribar otro mito: “jugar o divertirse para liberar el ingenio y la inventiva, es perder el tiempo”.  

Lamentablemente los juegos, quedaron estigmatizados como poco útiles y faltos de seriedad durante los años 90, por el auge que hubo de capacitaciones para desarrollar ciertas competencias, como el liderazgo, por ejemplo. Estos ejercicios se basaban en hacer jugar a los gerentes sin explicarles cuál era el propósito del juego, como metodología. Los profesionales adultos, se sentían infantilizados y muchos se negaban a participar en algo que “no era serio”.  

Lo cierto es que la técnica de incorporar actividades lúdicas, tiene un propósito más que serio: generar confianza entre los participantes para que se sientan cómodos a la hora de compartir ideas. Porque para seleccionar “LA IDEA” es necesario generar muchas y para que afloren las originales, hay que traspasar la racionalidad que impera en los adultos forzando la imaginación para llegar hasta el absurdo. Esto es lo que ahora llamamos “pensar fuera de la caja” (la caja no es más que nuestra consciencia racional que bloquea cualquier cosa que no entre en la norma).  

Hoy, la complejidad reinante, nos obliga a resolver problemas que pueden estar afectando la competitividad o, peor aún, la supervivencia de la empresa. Por eso en estos últimos meses la creatividad ha subido en el ranking de competencias demandas, porque no existe aún ninguna tecnología (ni siquiera la Inteligencia Artificial) que pueda ofrecernos una solución posible para salir de esta crisis en la que estamos metidos.  

Así como hace 10 años el Design Thinking ayudó a romper con el statu quo para poder innovar, hoy ya empieza a utilizarse el Future Thinking para poder planificar a largo plazo, minimizando los riesgos de la probabilidad de ocurrencia.  

En los próximos años veremos aparecer nuevas herramientas “Thinking”, porque para generar ideas que aporten soluciones, tendremos que “pensar y co-crear”.