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¿Liderazgo personal o liderazgo compartido? Ventajas de cada modelo

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Algunas empresas, especialmente aquellas que cuentan con una estructura ramificada o que albergan tareas simultáneas y de diversa índole, se debaten entre implementar un modelo de liderazgo personal o uno de liderazgo compartido.

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Actualmente no existe una respuesta sobre cuál de los dos modelos es más efectivo. El liderazgo, recordemos, es algo que debe definirse según las necesidades de cada caso. Lo que en una organización puede funcionar a la perfección, es posible que en otras sea un claro desacierto. 

No existe una fórmula mágica para saberlo.  Lo que sí es cierto, más allá de la naturaleza de las organizaciones, es que cada modelo aporta sus propios beneficios. El impacto no es el mismo si se aplica un liderazgo de una sola figura u otro que descentraliza la autoridad.

¿Toma de decisiones centralizada o descentralizada?

Para empezar, es bueno dejar claro que el liderazgo personal no es necesariamente de corte autocrático o autoritario. Esa es una imagen típica de los modelos funcionalistas del siglo pasado, que estaban centrados en la producción en cadena. 

El liderazgo personal al que nos referimos es aquel que centraliza la toma de decisiones y la gestión de la empresa, en contraposición al de carácter compartido, que reparte las responsabilidades en dos o más personas. 

¿No sabes cuál es el modelo más conveniente para tu empresa? ¿Desconoces cuáles son los aportes de cada modelo? Aquí te damos algunas claves:

Liderazgo personal 

El liderazgo personal es propio de organizaciones pequeñas o que estén unificadas en su aspecto operativo. El día a día de estas compañías no requiere de más de una figura directiva. Las características más destacadas de este modelo son:

  • El líder delega responsabilidades en terceros, pero a la vez conserva el derecho de tomar las decisiones en el último momento.
  • La figura directiva suele apoyarse en un grupo de colaboradores, que por lo general no son más de cinco. Con ellos debate los asuntos de trascendencia para la compañía, aunque al final sea él quien tenga la última palabra. A estos colaboradores se les conoce como adjuntos.
  • El liderazgo centralizado aporta unidad de criterios de acción e infunde a las empresas una identidad definida, que en la mayoría de los casos es la misma de la figura directiva. Además, es muy útil en las situaciones de crisis interna, pues permite una rápida toma de decisiones.

Liderazgo compartido 

En este caso hablamos de empresas grandes, con estructuras complejas o ramificadas, en las que una sola autoridad se muestra insuficiente para supervisar y monitorizar las acciones que se realizan en su interior. Por otro lado, es un modelo propio de alianzas, fusiones empresariales o grandes conglomerados en los que confluyen varios intereses. Veamos otras de sus características:

  • Implica el reparto de la toma de decisiones, la gestión y la asunción de responsabilidades. De hecho, es un modelo en el que las acciones directivas que se adoptan tienen mayor respaldo que en el modelo personal.
  • Al descentralizar la autoridad, los directivos forman a nuevos líderes y les dan la oportunidad de ascender profesionalmente.
  • El equilibrio de poderes es, sin duda, el principal beneficio que ofrece el modelo compartido. Esto quiere decir que existe un control permanente entre los miembros de la esfera directiva, evitando excesos de cualquiera de ellos.

Transición del liderazgo personal al liderazgo compartido

Muchas empresas se ven en la necesidad de avanzar hacia una forma de liderazgo que reparta el poder entre diferentes personas. Esto suele ocurrir cuando la estructura crece y se hace necesario sumar talentos que hagan posible la consecución de los objetivos.

Para que la transición se haga de la mejor forma posible hay que lograr primero un cambio de mentalidad en todos los miembros del equipo, lo que incluye también al CEO.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que si este modelo de liderazgo es cada vez más elegido esto se debe a que funciona por igual tanto en empresas ya consolidadas como en startups que acaban de empezar su andadura. 

Sin embargo, pasar a este modelo que implica compartir el poder siempre es más complicado en empresas ya consolidadas, porque estas suelen carecer de flexibilidad en lo referente a la jerarquía.

Esta forma de liderazgo supone importantes cambios en la forma de trabajar tanto del CEO como de los equipos de trabajo, así que para que la transición resulte un éxito lo primero que hay que hacer es asegurarse de que la cultura organizacional está preparada para el cambio hacia el liderazgo compartido.

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