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Para desarrollar una nueva tecnología hemos de resolver sus efectos secundarios

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El uso de nuevas tecnologías o de aplicaciones de esas tecnologías para solucionar problemas existentes o para crear oportunidades de negocio es uno de los principales aceleradores económicos en todos los contextos. Pero desde el momento en que se concibe una nueva tecnología y aparecen las primeras aplicaciones que generan negocio pueden pasar varios años. 

El Blockchain

Una de las tecnologías sobre la que desde hace unos años se han creado expectativas y ha generado modelos de negocio, a veces de carácter especulativo, es el blockchain. Y que también es un ejemplo del tiempo que pasa entre que se concibe y se aplica de forma amplia. Desde el punto de vista conceptual esta tecnología tiene ya 30 años. Fue en 1991 cuando Stuart Haber y W. Scott Stornetta publicaron el artículo “How to time-stamp a digital document” que un año más tarde tiene su continuación en “Improving the Efficiency and Reliability of Digital Time-Stamping”. Ambos artículos se considera que definen las bases conceptuales a partir de las que se desarrolla la tecnología digital de blockchain. Su mayoría de edad se produce curiosamente en 2009 cuando aparece una de sus aplicaciones más conocidas como es el protocolo bitcoin. Con el tiempo aparecen desarrollos de segunda generación como Ethereum, y de tercera generación como Hyperledger o EOS.IO. Estos diferentes desarrollos de la tecnología han permitido que se generen diferentes aplicaciones que las utilizan con resultados positivos como las relacionadas con la trazabilidad alimentaria y la autenticidad de alimentos con denominación de origen, o el pago seguro en transacciones de comercio internacional. 

Los efectos secundarios en las tecnologías

Pero como contrapartida, a veces, las nuevas tecnologías se enfrentan a efectos secundarios o a efectos colaterales que puede producirse en el medio o en el largo plazo, e incluso a corto plazo; efectos que pueden poner en cuestión a la tecnología o a su aplicación. 

Así para el bitcoin tenemos como efectos secundarios:

  • El alto consumo energético que se genera para poder “minar” los bitcoins
  • Programas ocultos de minado que se activan cuando se accede a determinadas páginas web y que provocan un uso no autorizado de la capacidad de calculo de las CPUs de los ordenadores afectados. 

Estos efectos secundarios no se habían previsto cuando se desarrolló el protocolo bitcoin porque no se esperaba el uso masivo que se ha generado. 

Y esos efectos secundarios en las tecnologías provocan que se hagan nuevos desarrollos o nuevas evoluciones de las tecnologías que los padecen con el objetivo de eliminar las causas de esos problemas. Esta que es una de las características de la evolución de las tecnologías curiosamente también puede venir afectada por la aparición de otros efectos secundarios.  

A título de ejemplo, recientemente, ha aparecido una alternativa al uso de los procesadores de los ordenadores para realizar las operaciones necesarias en la validación de las criptomonedas. Esto es para lo que se desarrolló la criptomoneda denominada Chia que pretende utilizar los discos duros SSD (Solid State Drive) como instrumento alternativo para ejecutar las operaciones de minado que se hacían mediante CPUs, ASICs o GPUs. Los discos duros SSD presentan la ventaja de un menor tiempo de acceso y de latencia con lo que son más rápidos pero la desventaja que tienen es la de una vida útil inferior a un disco duro HDD, porque tienen un número limitado de ciclos de escritura y borrado. Se estima que con un uso normal de escritura se tardan unos diez años para que un disco SSD quede inservible para grabar. 

Sin embargo, el efecto secundario que se produce en los discos SSD usados para el minado de la criptomoneda Chia se debe a un sorprendente problema como es que en 40 días de minado un disco SSD ha realizado todos los ciclos de escritura-borrado-escritura para los que está preparado y ya no puede operar más. Es decir, cada 40 días hay que sustituir cada uno de los discos SSD que están haciendo minado. Si además tenemos en cuenta el déficit de semiconductores que como consecuencia de la pandemia se están produciendo estos días, el alto consumo de discos SSD que produciría un uso masivo de esta tecnología es ciertamente inasumible por el mercado. 

Con este ejemplo del blockchain lo que pretendo exponer es que cuando queremos desarrollar una nueva tecnología o nuevas aplicaciones de una nueva tecnología hemos de tener en cuenta que cuanto menos se conozca cómo funciona porque no hay suficiente historia más probabilidades tenemos de que surjan problemas imprevistos o efectos indeseables en los productos procesos o servicios en los que las hayamos implementado. 

Pero esto no lo hemos de ver como un impedimento para desarrollar nuevas tecnologías, sino que hemos de ser conscientes de que hemos de tener un plan de gestión de riesgos para dar respuesta a los contratiempos o a los efectos secundarios que se puedan producir de forma imprevista e imprevisible.