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SÓLO NOS QUEDA EL CAMBIO

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No dejan de preguntarme últimamente sobre si la figura del emprendedor está sobrevalorada. Quizá lo esté la etiqueta, pero sin duda alguna no el concepto. Las etiquetas marcan tendencia pero son efímeras, como casi siempre pasa, es temporal. En informática lo sabemos bien. Al acabar la carrera (año 1995), lo último era el ASP (Application Service Providers). Hoy en día, para estar a la última, tenemos que usar el SaaS (Software As A Service).

 

¿Diferencias? Mínimas, créanme.

 

 

Emprendedores ha habido siempre y ahora la etiqueta está de moda. ¿Acaso no ha habido siempre autónomos? ¿Desde cuándo existen los freelance? ¿Han oído hablar de los profesionales independientes? ¿Hasta qué número de empleados se considera emprendedor, y a partir de cuál empresario? En fin, aclarada su vigencia, me gustaría reflexionar sobre la importancia de los emprendedores en el entorno actual.

 

 

Recientemente hablaba con un empresario que iba a cerrar su negocio, y me aseguraba que no entendía por qué este ya no era rentable, cuando llevaba haciendo lo mismo durante los últimos treinta años. Hacía especial énfasis en las palabras “lo mismo”, asegurando que no había cambiado ni un ápice su producto ni la manera de hacerlo llegar a su cliente. Durante esa misma semana, me encontré en el bar donde suelo ir a desayunar a un amigo empresario, del mismo sector. Me sorprendió su mala cara y me dijo textualmente: “Estoy muriendo de éxito”. ¿La diferencia? Su constante cuestionamiento del status quo. Me explicó que ante la previsible bajada de ingresos por la actual coyuntura económica desfavorable (me he propuesto no hablar de crisis en ninguno de mis posts, por razones que iremos desvelando), empezó a pensar modelos alternativos de negocio. Habló con un competidor y le propuso asociarse, usando el local de éste, durante las horas de menor afluencia de clientes, en alguna zona del local parcialmente en desuso. La idea era ofrecer productos que el competidor no tenía y que mi amigo dominaba. Los beneficios irían al 50%. Resumamos: me viene mi competidor y me propone, a coste 0 y beneficio ilimitado, usar un rincón de mi local en horas ‘valle’ para ofrecer un producto de calidad. ¿Algún empresario sensato rechazaría dicha proposición?

 

 

Como dice una campaña de publicidad de un conocido banco, sólo las especies que han demostrado capacidad de cambio han sobrevivido. Las otras están ahora en los libros y museos. Y si hay alguna especie con ADN de cambio, si hay alguna especie con capacidad de reinventarse, ese es el emprendedor. “Reinventarse”, otra gran etiqueta de la que hablaré en futuros post.

 

 

En los sucesivos post, les daré mi visión de cómo es el ADN de un emprendedor, de qué tienen en común los emprendedores de éxito. Sirva como pista el título de mi sección: mentalidad emprendedora.

 

 

Escrito por: Lluís Soldevila