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¿Conoces los diferentes tipos de estructuras organizativas?

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La estructura empresarial es mucho más que un simple modelo de organización. De ella depende, en gran medida, el desempeño de las compañías y la eficacia de las dinámicas productivas que se lleven a cabo en su interior. Por lo general, una estructura es la que define procesos internos como la relación entre las diversas secciones de una empresa, el grado de participación de sus miembros, los diferentes modelos de autoridad y las responsabilidades asignadas. Una estructura empresarial puede variar según los intereses de quienes están al frente de ellas o de los objetivos que la organización se haya trazado de antemano. No todas las estructuras son igual, pues no todas las empresas tiene los mismos objetivos tanto internos como externos. Sin embargo, aunque dichas variantes resulten insoslayables, la teoría organizacional ha englobado las distintas estructuras en cinco tipos básicos.

a) Lineal:

Se trata de la estructura clásica de empresa: grados superiores y cargos subordinados. En ella, cada uno de los trabajadores recibe órdenes de un cargo superior sin que tenga la opción de reciprocidad. A esta estructura le interesan las jerarquías; la participación y la retroalimentación son asuntos secundarios. Sin embargo, es muy efectiva para las organizaciones con pocos miembros y en aquellas situaciones que ameriten una rápida respuesta por parte de los responsables de la organización.

b) En línea y staff:

Aunque mantiene la relación de tipo jerárquico-lineal, esta estructura se complementa con una serie de unidades de apoyo que asesoran a los cargos directivos. En muchos de estos casos se trata de especialistas que asesoran y acompañan la toma de decisiones de los niveles superiores de la organización. Mantiene, eso sí, el nivel de mando.

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c) Comité:

A diferencia de los dos anteriores modelos, esta estructura empresarial abre la toma de decisiones a cargos intermedios, lo cual aumenta la participación y genera motivación y compromiso entre los empleados. Además, una de sus ventajas más apreciadas es que no implica la disolución de estructuras de mando; por el contrario, basta con adaptarla. Es muy común en situaciones excepcionales o de crisis.

d) Funcional:

El modelo funcional se caracteriza por dividir los cargos intermedios según la función que realicen dentro del conjunto de la empresa. El principio es separar, especializar y hacer más efectivos los procesos. Supone un mayor grado de participación y anima a los trabajadores a intervenir en las dinámicas empresariales según sus talentos y aptitudes. Es decir, busca obtener lo mejor de cada empleado.

e) Matriarcal:

Es el modelo más complejo de estructuras empresariales. Está basada en la distribución de los cargos intermedios según las funciones (especialización) y de las tareas concretas (autonomía). En este caso, se presenta una doble autoridad que se reparte entre los responsables de cada función y los responsables de cada proyecto. Es flexible, dinámica y participativa. Su objetivo principal es reunir la mayor cantidad de especialistas en torno a un mismo tema u objetivo, pese a que en muchos casos ponga en riesgo el nivel superior de mando y puede llegar a generar confusión entre los empleados.

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