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Cien reflexiones sobre innovación se hacen de una en una

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Este post es el número cien desde que inicie mi colaboración con el Blog de Tendencias & Innovación de OBS, a lo largo de este tiempo he expresado mis opiniones sobre diferentes aspectos relacionados con la innovación. Aprovechando este aniversario quiero recuperar algunas porque es bueno periódicamente refrescar las reflexiones que vamos haciendo a lo largo del tiempo.

  • No hay empresas innovadoras sino empresas con personas innovadoras.

Esta es una reflexión que pretende poner en su lugar a quién hace realmente la innovación que son las personas. Pero sobre todo sirve para recordar que si en una empresa que se define como innovadora se produce un cambio en la dirección o en la propiedad en el que los nuevos dirigentes no creen en la innovación lo que se va a producir a medio plazo es que deje de ser innovadora porque ésta dejará de ser un objetivo estratégico.

No conozco ninguna empresa que hay inventado alguna vez algo; siempre han sido las personas las que han inventado y siempre lo serán, porque la capacidad de inventar es algo exclusivo del intelecto humano, de las personas, como la creatividad y el ingenio. Las empresas no inventan.

  • Se puede innovar sin dinero; pero no se puede sin inteligencia, ni ingenio.

Pese a lo que habitualmente se cree la innovación no es una cuestión de recursos, es una cuestión de ingenio e inteligencia. Podemos tener muchos recursos económicos y de personas pero si no existe la capacidad y, especialmente, la voluntad para desarrollar el activo intangible más importante de una empresa que es su capital intelectual; entonces no vamos a obtener las innovaciones que necesitamos para ser relevantes en el mercado.

  • Sin marketing no hay innovación.

Hemos de tener muy claro que no debemos pretender innovar pensando en nuestros deseos o nuestras aficiones sino que debemos pensar en las necesidades de nuestros potenciales clientes.  Por eso un lema debe ser “Si no hay mercado, innova en otro lado”.

  • Que no hagas I+D, no es excusa para no invertir en Innovación.

Uno de los paradigmas que han hecho mucho daño a la innovación es que “para innovar es necesario hacer I+D”, y que por tanto hay que invertir (o gastar) mucho dinero obtener conocimientos mediante la I+D (la Ciencia) que den lugar a innovaciones de éxito”. Pero este paradigma yo creo que no siempre es cierto, porque que el hecho de dedicar ingentes recursos a I+D no garantiza que luego se desarrollen innovaciones, especialmente si el sistema de transferencia entre la I+D y la innovación no existe o tiene caminos divergentes.

  • La cultura de la innovación en una empresa necesita que la asuma la Alta Dirección y la promueva en todos los empleados.

Una cultura de innovación es algo propio de cada empresa, que debe ser inherente a ella, y que debe ser asumido e interiorizado por todos sus integrantes a lo largo del tiempo. Y el máximo responsable de su difusión y consolidación es el ejecutivo que está al frente de la empresa.

En el desarrollo de innovaciones una de las características más importantes a conseguir es que los empleados sientan que no están haciendo un trabajo sino que lo que están haciendo es arte. El hecho que los empleados responsables de la innovación adquieran la mentalidad de artesanos, es decir, de personas que hacen productos únicos, diferentes; es lo que permitirá que el resultado sea un producto o servicio innovador porque será diferente de lo existente. Y eso provoca que en la empresa exista una cultura de innovación diferencial y exclusiva.

  • Si no se tiene un objetivo de la innovación, entonces es que no se sabe para qué se innova.

La innovación debe tener objetivos porque si no se tienen objetivos entonces los innovadores no saben para que están innovando. Y esos objetivos deben estar basados en la estrategia de innovación de la empresa. Pero un elemento fundamental es que esos objetivos deben de tener unos recursos asignados tanto económicos como de personas. En especial en lo referente a personas lo que hay que tener muy claro es que la innovación requiere tiempo y lo que no podemos hacer es decir a las personas que participen en los equipos de innovación y además continuar haciendo todo lo que hacían hasta ese momento. Se deben redefinir sus objetivos y tareas porque si no se dedicarán a lo urgente en vez de a lo importante.

  • Un mito de la historia de la innovación es la idea de que el progreso ocurre en línea recta. 

Cuando se difunden los casos exitosos en innovación es habitual que se explique un relato con una continuidad en la que todos los pasos parecen conectados por una mano mágica que hace que esa cadena sea casi perfecta. Pero la realidad es que casi siempre las decisiones se toman por intuición y sin saber si realmente va a ser un éxito. Por esto pretender copiar lo que hacen aquellos que han tenido éxito es un error que puede ser dramático porque no tenemos los mismos factores y elementos que han provocado ese resultado. Esto también debe ser tenido en cuenta p.ej. por todos aquellos que quieren tener su propio Silicon Valley, porque es imposible replicar todos los factores que lo crearon y lo mantienen en su posición de liderazgo. Lo que debe hacerse es crear su propio territorio de innovación en base a una cultura y valores propios enlazados con el de su entorno.

  • Para innovar se empieza detectando o bien un problema, o bien una oportunidad

Esto supone considerar que “un problema es cualquier tipo de situación donde queremos cambiar algo” y que “una oportunidad es una situación donde tenemos una ‘solución’, pero no sabemos qué hacer con ella o como explotarla”. Estas son las principales semillas que nos permitirán obtener los árboles que den los frutos de la innovación en forma de nuevos productos o servicios.

  • Para introducir la innovación en una empresa hay que utilizar un Caballo de Toya.

Pretender de hoy para mañana que una empresa se convierta en innovadora con una cultura de innovación fuerte es una pretensión irreal. La forma más adecuada es mediante una estrategia de cambio de comportamiento basada en unos primeros cambios pequeños y sencillos que permitan construir unos sólidos fundamentos sobre los que asentar cambios más profundos.

  • Si la Innovación no tiene derecho a un variable, es que la Innovación no tiene valor.

Considerar la “Retribución de la Innovación” como un elemento esencial para incentivar de forma efectiva la innovación constituye un cambio de paradigma en el marco de las relaciones entre empresas y empleados, especialmente si se piensa en la innovación como uno de los factores clave para la recuperación económica y un catalizador necesario para provocar la evolución de los modelos productivos. Debe producirse una reconversión, una reinvención, en la Gestión Humana de la Innovación para poner en el centro del Sistema de Innovación Empresarial a las personas, que son quienes realmente piensan, crean, desarrollan y llevan al mercado las innovaciones. Por eso es necesario plantearse sistemas de retribución variable vinculados a la innovación dentro de un marco de Compensación Total.

Quiero acabar este post con una reflexión que expuse en mi comparecencia ante la Comisión de Industria, Energía y Turismo del Congreso de los Diputados en el trámite parlamentario de la nueva Ley de Patentes española (Ley 24/2015, de 24 de julio), en vigor desde el pasado 1 de abril de 2017: “Hoy en día nadie discute que los vendedores tengan un variable sobre las ventas, o que los directivos tengan un variable por la consecución de sus objetivos, pero cuando se plantea que los innovadores tengan un variable entonces la respuesta es que para eso se les paga un sueldo. ¿Acaso los vendedores y directivos no tienen sueldo? Mientras a la Innovación no se le reconozca el derecho a un variable por los beneficios que consigue estaremos enviando un mensaje claro que la Innovación no importa, porque aquello por lo que no se paga es porque se considera que no tiene ningún valor”.